Monte Quieto junto a AWB. Dos vinos y muchas historias.

La semana anterior tuve oportunidad de compartir de manera remota otra degustación de esas que a uno le encanta compartir por éste medio. 

En exclusiva para Argentina Wine Bloggers, hubo degustación de dos vinos y compartida de muchas historias con Agustin Casabal y Matilde Pereda, propietarios de Monte Quieto Bodega de Familia y su enólogo, Leonardo Quercetti. El plan no podría ser mejor. Nochecita de jueves, temperatura ideal de primavera, sol escondiéndose en el horizonte del litoral argentino y dos vinazos para degustar. 




Bodega Monte Quieto nació con el siglo XXI cuando la pareja de emprendedores se decidió instalar en la, hasta ese momento, poco desarrollada región de Agrelo, en la legendaria Calle Cobos. Se encontraron produciendo uvas de excepción y de a poco fueron agrandándose adquiriendo dos nuevas fincas en la vecina Ugarteche y en Vista Flores, en el Valle de Uco. 

Los vinos de Monte Quierto pasaron por diferentes personalidades enológicas desde los principios hasta que, hoy en día, las riendas las lleva Leonardo Quercetti, que demuestra una mano diestra para terminar de hacer expresar en todo su esplendor la materia prima que le llega. 

El proyecto Monte Quieto tiene un par de particularidades que lo diferencian de muchos y le dan una personalidad definida. Sobre todo les interesa producir vinos de corte, esquivando la concentración, utilizando la madera, pero sin ponerla al frente. Priorizando la elegancia por sobre el músculo, la sutileza por sobre la primera impresión. Monte Quieto produce ese tipo de vinos que no generan un grito de exclamación al primer sorbo, pero que van seduciendo hasta dejarnos atrapados en su complejidad y elegancia. 

Todo lo anterior lo fuimos escuchando de palabras de los propietarios y el enólogo en casi dos horas de charla virtual. En el medio probamos dos etiquetas de la línea Alegre, que es la intermedia de la bodega. El Gran Corte 2018 y el Gran Corte de Cabernet Franc 2017. 

Un pequeña explicación sobre el nombre de los vinos que viene a una particularidad de producción de Monte Quieto. Se da de "arriba" hacia "abajo" en las líneas. Como la prioridad de la bodega es producir vinos de corte, el primero en embotellarse y producirse es el llamado "Enlace" (les comparto nota sobre ese vino de Ale Lahitte en su blog Acércate al Vino Aqui), que es un blend de Malbec, Cabernet Franc y Syrah provenientes de las diferentes fincas. Una vez contentos con ese Blend, se pasa al Alegre Gran Corte, un blend con la misma composición que su hermano mayor y que será luego el hilo conductor de toda la línea. Así, el vino que será etiquetado como Alegre Gran Corte, luego formará parte en una proporción de alrededor del 10 % de los diferentes varietales de la línea Alegre. Esa es la explicación que existan dos etiquetas más llamadas Alegre Gran Corte de Cabernet Franc y Alegre Gran Corte de Malbec. 

Es así que llegamos finalmente a los vinos y éstos fueron mis pareceres. 




Arrancamos con el Monte Quieto Alegre Gran Corte de Cabernet Franc 2017. Es muy expresivo en nariz. Al principio me aparecieron aromas como "carnicos" que me descolocaron en relación al varietal. La explicación que me hizo Leo Quercetti fue que es un tipo de aromas muy propios de la región de Ugarteche (sobre la que también se explayaron durante la charla y da para una nota independiente). Luego el vino se siguió expresando con notas entre mentoladas y anisadas. Un toque vegetal. Luego aparecen frutas negras frescas acompañadas con una pizquita de pimienta blanca. En boca es super elegante, fresco, fluído. Largo y muy disfrutable. Buen cuerpo, pero sin exagerar. Muy rico y bebible, pero si uno le empieza a prestar atención va entrando en su complejidad. Muy bueno. 



Luego pasamos a la versión de la cosecha siguiente del Monte Quieto Alegre Gran Corte. Ya dije que es un blend de Malbec, Cabernet Franc y Syrah en diferentes porcentajes con preminencia de la cepa nacional.  Si de complejo hablamos, éste vino lo es. En nariz es menos expresivo que su antecesor. Supongo que el año de más en botella. Siento frutas negras maduras, recuerdos un poco lácticos de su paso por madera. Algo de una nota vegetal, quizas como a pimientos. En boca entra un poco dulzón, con buen tanino. Excelente acidez que no molesta y lo hace fresco y bebible y un final como amargo en la parte de atrás del paladar que genera una sensación de complejidad. Dan ganas de acompañarlo con comida y una gran charla. Insisto en la palabra complejidad. Sobre todo al beberlo. Es un vinazo y por todo lo que tiene para dar su precio es por demás apropiado. 




Excelentes vinos que no hay que dejar pasar si se nos cruzan por los caminos del vino. 


Y si como decía Pancho Ibáñez, todo tiene que ver con todo, me gustaría musicalizar la nota con una canción homonima del vino icono de la bodega. Es de mi adolescencia y como los vinos de Monte Quieto es mucho más compleja de lo que parece.



Saludos a todos y nos seguiremos viendo virtualmente por ahora. Salud. 




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