Aprovechando el fín de semana de paseo por las bodegas entrerrianas, cruzamos el Rio Uruguay y visitamos una de mis bodegas preferidas de la Banda Oriental.
Descubrí la bodega Bertolini & Broglio hace un par de años, en una de mis visitas familiares a Montevideo. Allí, en el clásico local de "Las Croabas" de Avenida Rivera en Pocitos me vendieron por primera vez una de sus botellas adornadas con esas llamativas etiquetas coronadas con círculos de colores con dos B enfrentadas en espejo.
El Paraje Dayman, en la desembocadura del Río Dayman en el Río Uruguay es uno de los secretos mejor guardados de la vitivinicultura uruguaya. Sus particulares condiciones de clima y suelo son especiales para el cultivo de la vid. Buena temperatura, una amplitud térmica correcta, suelos que tienen felices a las plantas. De allí provienen varios de los mejores vinos orientales.
Desde la primera vez que probé sus vinos, me llamó la atención lo prolijos, sin defectos, impecables que se muestran al probarlos. Un muy buen trabajo en bodega de uvas excepcionales dan lugar a vinos muy tomables.
De una gama amplia, con muchas etiquetas para elegir y tres peldaños en la gama, no hay vino de Bertolini & Broglio que haya probado que no fuese impecable.
Pero en el vino también entra el gusto, por lo que también puedo decir que han encontrado un perfil de vino rico. Vino que da gusto tomar. Vinos muy bebibles, quizás sin demasiadas complejidades en las líneas varietales, pero que dan ganas de servirse otra copa siempre.
Luis Bertolini es suegro de Juan Pedro Broglio. Es médico y tiene una pasión por el vino que pudo encaminar hacia la producción con su yerno hace ya unos años.
El domingo 11 de Marzo de 2018, con el cielo encapotado y a punto de descargar la lluvia encima nuestro, don Luis Bertolini tiene la deferencia de recibirnos en la puerta de la bodega que ha construído desde el pie.
Nos sentamos en la puerta del edificio con vista a los parrales de chardonnay que ya fueron cosechados hace algo más de un mes y, mate en mano como no podía ser de otra manera, nos va contando un poco de la historia de la bodega.
En 1996 comenzaron a implantar las primeras plantas de uvas blancas y algunas tintas. La elección de las cepas fue buscando las que mejor se pudiesen adaptar al particular terroir de Salto que paradójicamente está dentro del departamento de Paysandú. Allí donde empezó la vitivinicultura uruguaya a mediados del siglo XIX.
Tienen además uva para consumo como fruta y duraznos que completan la producción de la finca.
Cuenta que aprovecharon una ley que fomentaba la introducción de nuevas explotaciones agrícolas en los noventa para iniciar la finca. Que tienen unas 36 hectáreas implantadas. Hay allí Chardonnay, Viognier, Malbec, Tannat, Carmenere, Merlot, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Syrah. Cuenta que mucho del producto de esas hectáreas van a llenar las propias botellas, pero que tambíen le vende a algunas encumbradas bodegas vecinas y otras montevideanas. El orgullo le surge en forma de sonrisa al contarnos que en un concurso de hacía unos días fueron premiados tres vinos uruguayos, uno de su bodega y dos de etiquetas extrañas pero que cuentan con parte de su contenido también fruto de su esfuerzo. Triplemente premiado.
La bodega es de las llamadas "boutique". Tiene posibilidad de producir unos 200.000 litros anuales.
Apuntan a la producción de vinos de alta gama, con mayor atención a la calidad que a la cantidad de botellas producidas.
Trabaja con tanques de acero inoxidable unicamente (no hay huevos de cemento a la vista). Instalados para trabajar por gravedad, mueven las uvas hasta la boca del tanque con un montacargas. Tiene dos tanques enterrados para contener los vinos ya procesados. Buena tecnificación y moderna disposición.
Dimos una vuelta por la sala de barricas, donde usan madera americana y francesa en toneles de 225 y 500 litros indistintamente. Finalmente nos fuimos a la cava subterránea donde descansan los vinos antes de salir a las góndolas.
Pero al final de la charla nos esperaba lo mejor, y ya en el primer piso del edificio, detrás de la famosa ventana circular con las dos B enfrentadas en espejo que replican las etiquetas de sus vinos, nos sentamos a charlar un rato y tomar dos vinos de Bertolini y Broglio. con don Luis Bertolini.
Arrancamos con un Malbec. De los pocos varietales de nuestra cepa nacional producidos en Uruguay. Tiene un perfil muy frutado. De un color rojo brillante de baja intensidad. De aromas a ciruelas bien frescas y toquecitos herbáceos y ahumados. Entra en boca bien suave, de tanino redondo y acidez fresca y refrescante. No tiene gran estructura ni es muy largo, pero tampoco parece ser la idea del vino. Bien el Malbec de Salto, a la manera uruguaya.
El segundo vino fué un corte de Syrah y Tannat, de una línea más alta. Ya con la evidente mediación de la madera en su producción, nos encontramos con un vino intenso en color. De aromas a frutas negras y mermeladas. Algo así como membrillos bien dulces y frescos. Y toques como mantecosos recuerdos de la madera. Aparecen notas mentoladas con el correr de los minutos. En boca untuoso y fresco. Buena estructura y tanino bien redondo y algo dulzón. Tiene un apenitas de brett que le da una complejidad muy rica.
Es el vino con el que regamos la charla. Su visión de la vitivinicultura uruguaya, las bodegas, los viñedos, el futuro y su visión de los vinos entrerrianos, con la que coincidimos por lo visto en el viaje.
Nos trajimos un par de cajas de vino para seguir probando en casa.
Ya degustamos con otros vinos orientales el Tannat Senza Crianza de 2016, un vinazo extraordinario de alta gama y sin madera que gustó muchísimo entre los amigos entendedores del vino.
He pasado un año nuevo acompañado del extraño Blend America, corte de Malbec, Tannat y Carmenere que intenta hermanar dos océanos en una botella de vino.
Y siempre recordamos con una sonrisa aquella degustación de Tannats con los Dígame Sommelier de hace un par de años donde tomamos el Tannat Exotic, el emblema de la bodega y que para mi modestísimo gusto es el mejor Tannat de Uruguay. .
http://digamesommelier.blogspot.com.ar/2015/06/el-concierto-del-tannat.html
En resumidas cuentas. Una bodega que hace las cosas muy bien. Que tiene una envidiable "mano" para hacer vinos impecables, con su personalidad bien marcada, pero con una prolijidad que da gusto. Vinos ricos, de Salto y que no se puede dejar de probar si uno cruza el charco hacia Uruguay.
Para nosotros, los argentinos, es una buena enseñanza de que se pueden hacer vinos en otras geografías, sin montañas, ni suelos rocosos ni en fincas regadas artificialmente. Para tener en cuenta y abrir un poco la mente al respecto.
Y hasta dan ganas que algún empresario con visión se anime a traerlos al pais, cosa de poder disfrutarlos más seguido.
Agradecemos infinítamente a Luis Bertolini por recibirnos. Ojala podamos volver a chocar copas con éste uruguayo que hace unos vinos excelentes.
Descubrí la bodega Bertolini & Broglio hace un par de años, en una de mis visitas familiares a Montevideo. Allí, en el clásico local de "Las Croabas" de Avenida Rivera en Pocitos me vendieron por primera vez una de sus botellas adornadas con esas llamativas etiquetas coronadas con círculos de colores con dos B enfrentadas en espejo.
El Paraje Dayman, en la desembocadura del Río Dayman en el Río Uruguay es uno de los secretos mejor guardados de la vitivinicultura uruguaya. Sus particulares condiciones de clima y suelo son especiales para el cultivo de la vid. Buena temperatura, una amplitud térmica correcta, suelos que tienen felices a las plantas. De allí provienen varios de los mejores vinos orientales.
Desde la primera vez que probé sus vinos, me llamó la atención lo prolijos, sin defectos, impecables que se muestran al probarlos. Un muy buen trabajo en bodega de uvas excepcionales dan lugar a vinos muy tomables.
De una gama amplia, con muchas etiquetas para elegir y tres peldaños en la gama, no hay vino de Bertolini & Broglio que haya probado que no fuese impecable.
Pero en el vino también entra el gusto, por lo que también puedo decir que han encontrado un perfil de vino rico. Vino que da gusto tomar. Vinos muy bebibles, quizás sin demasiadas complejidades en las líneas varietales, pero que dan ganas de servirse otra copa siempre.
Luis Bertolini es suegro de Juan Pedro Broglio. Es médico y tiene una pasión por el vino que pudo encaminar hacia la producción con su yerno hace ya unos años.
El domingo 11 de Marzo de 2018, con el cielo encapotado y a punto de descargar la lluvia encima nuestro, don Luis Bertolini tiene la deferencia de recibirnos en la puerta de la bodega que ha construído desde el pie.
Nos sentamos en la puerta del edificio con vista a los parrales de chardonnay que ya fueron cosechados hace algo más de un mes y, mate en mano como no podía ser de otra manera, nos va contando un poco de la historia de la bodega.
En 1996 comenzaron a implantar las primeras plantas de uvas blancas y algunas tintas. La elección de las cepas fue buscando las que mejor se pudiesen adaptar al particular terroir de Salto que paradójicamente está dentro del departamento de Paysandú. Allí donde empezó la vitivinicultura uruguaya a mediados del siglo XIX.
Tienen además uva para consumo como fruta y duraznos que completan la producción de la finca.
Cuenta que aprovecharon una ley que fomentaba la introducción de nuevas explotaciones agrícolas en los noventa para iniciar la finca. Que tienen unas 36 hectáreas implantadas. Hay allí Chardonnay, Viognier, Malbec, Tannat, Carmenere, Merlot, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Syrah. Cuenta que mucho del producto de esas hectáreas van a llenar las propias botellas, pero que tambíen le vende a algunas encumbradas bodegas vecinas y otras montevideanas. El orgullo le surge en forma de sonrisa al contarnos que en un concurso de hacía unos días fueron premiados tres vinos uruguayos, uno de su bodega y dos de etiquetas extrañas pero que cuentan con parte de su contenido también fruto de su esfuerzo. Triplemente premiado.
La bodega es de las llamadas "boutique". Tiene posibilidad de producir unos 200.000 litros anuales.
Apuntan a la producción de vinos de alta gama, con mayor atención a la calidad que a la cantidad de botellas producidas.
Trabaja con tanques de acero inoxidable unicamente (no hay huevos de cemento a la vista). Instalados para trabajar por gravedad, mueven las uvas hasta la boca del tanque con un montacargas. Tiene dos tanques enterrados para contener los vinos ya procesados. Buena tecnificación y moderna disposición.
Dimos una vuelta por la sala de barricas, donde usan madera americana y francesa en toneles de 225 y 500 litros indistintamente. Finalmente nos fuimos a la cava subterránea donde descansan los vinos antes de salir a las góndolas.
Pero al final de la charla nos esperaba lo mejor, y ya en el primer piso del edificio, detrás de la famosa ventana circular con las dos B enfrentadas en espejo que replican las etiquetas de sus vinos, nos sentamos a charlar un rato y tomar dos vinos de Bertolini y Broglio. con don Luis Bertolini.
Arrancamos con un Malbec. De los pocos varietales de nuestra cepa nacional producidos en Uruguay. Tiene un perfil muy frutado. De un color rojo brillante de baja intensidad. De aromas a ciruelas bien frescas y toquecitos herbáceos y ahumados. Entra en boca bien suave, de tanino redondo y acidez fresca y refrescante. No tiene gran estructura ni es muy largo, pero tampoco parece ser la idea del vino. Bien el Malbec de Salto, a la manera uruguaya.
El segundo vino fué un corte de Syrah y Tannat, de una línea más alta. Ya con la evidente mediación de la madera en su producción, nos encontramos con un vino intenso en color. De aromas a frutas negras y mermeladas. Algo así como membrillos bien dulces y frescos. Y toques como mantecosos recuerdos de la madera. Aparecen notas mentoladas con el correr de los minutos. En boca untuoso y fresco. Buena estructura y tanino bien redondo y algo dulzón. Tiene un apenitas de brett que le da una complejidad muy rica.
Es el vino con el que regamos la charla. Su visión de la vitivinicultura uruguaya, las bodegas, los viñedos, el futuro y su visión de los vinos entrerrianos, con la que coincidimos por lo visto en el viaje.
Nos trajimos un par de cajas de vino para seguir probando en casa.
Ya degustamos con otros vinos orientales el Tannat Senza Crianza de 2016, un vinazo extraordinario de alta gama y sin madera que gustó muchísimo entre los amigos entendedores del vino.
He pasado un año nuevo acompañado del extraño Blend America, corte de Malbec, Tannat y Carmenere que intenta hermanar dos océanos en una botella de vino.
Y siempre recordamos con una sonrisa aquella degustación de Tannats con los Dígame Sommelier de hace un par de años donde tomamos el Tannat Exotic, el emblema de la bodega y que para mi modestísimo gusto es el mejor Tannat de Uruguay. .
http://digamesommelier.blogspot.com.ar/2015/06/el-concierto-del-tannat.html
En resumidas cuentas. Una bodega que hace las cosas muy bien. Que tiene una envidiable "mano" para hacer vinos impecables, con su personalidad bien marcada, pero con una prolijidad que da gusto. Vinos ricos, de Salto y que no se puede dejar de probar si uno cruza el charco hacia Uruguay.
Para nosotros, los argentinos, es una buena enseñanza de que se pueden hacer vinos en otras geografías, sin montañas, ni suelos rocosos ni en fincas regadas artificialmente. Para tener en cuenta y abrir un poco la mente al respecto.
Y hasta dan ganas que algún empresario con visión se anime a traerlos al pais, cosa de poder disfrutarlos más seguido.
Agradecemos infinítamente a Luis Bertolini por recibirnos. Ojala podamos volver a chocar copas con éste uruguayo que hace unos vinos excelentes.
Comentarios
Publicar un comentario