Bodega y Viñedos Familia Bresesti de Montevideo.

Todo comenzó unos diez días antes.
Recibíamos visita de unos amigos uruguayos en casa y ellos propusieron que traían el vino. Él contó luego, que fue a su vinería amiga en el barrio de Pocitos y recibió dos recomendaciones que según el vendedor "iban a gustarle al amigo argentino conocedor de vinos".  Una más industrial, proveniente de la bodega más grande de Sudamérica que se está levantando en Maldonado y  la otra, de una pequeña bodega montevideana que está en pleno proceso de reconversión hacia la producción de vinos de alta gama y que ha ganado algunos premios ultimamente (el de Vinos Sub 30 fue el último). Como siempre tengo preferencia hacia lo que no conozco, descorché sin dudar esa noche fría de Julio de 2019 el Familia Bresesti Pequeñas Colecciones Tannat 2017 y la verdad es que me sorprendió. Sobre todo por lo amable en boca, muy lejos de esa idea de Tannat rústico que uno podría tener de los vinos uruguayos. Rico, expresivo, con una fruta muy a flor de piel.
Como teníamos planeada una recorrida oriental para unos días posteriores, me puso contento ya tener decidida la bodega que iba a visitar.


Bodega y Viñedos Bresesti es una empresa familiar que va por su cuarta generación y 80 años produciendo uvas y vinos. Con una finca en la zona de Las Violetas en el departamento de Canelones, unos 30 km al Norte de Montevideo, la bodega en sí se encuentra en las afueras de la Capital Oriental, a la que llegamos luego de transitar el sinuoso Camino Coronel Raiz, hasta casi tocar el límite mismo del departamento (luego volvimos por otro camino, mucho más rápido y con menos "aventura").
Hablando de la llegada, dada la prohibición absoluta de consumo de alcohol que hay en Uruguay, y siendo yo el conductor designado, aclaro que todo el vino que probé fue espitado y cumplí con creces con la normativa uruguaya de consumo de alcohol al volante.
En una tarde fría de sábado, nos recibió puntual a la hora señalada Bruno Bresesti, cuarta generación de la familia y quién, por su forma de pensar, es el que tracciona hacia la reconversión de la bodega, que hasta hace unos años solo se concentraba en producir vinos populares para consumo diario vendido en damajuanas o botellas de litro y medio.
Bruno estudió Agronomía y luego hizo alguna pasantía en bodegas de California, de donde volvió con nuevas ideas y de a poco fué introduciéndolas en el viñedo familiar.
Los primeros trabajos se hicieron en la finca, con renovación de plantas, modernización de los sistemas de conducción y tareas de raleo tendientes a bajar el volúmen de producción para lograr mejor calidad en el resultado final.
Aparte se concentra en las tareas de cosecha y despalillado manual, un prensado mucho más prolijo, control de temperatura en la fermentación y el trabajo con duelas y levaduras seleccionadas, que le van dando una personalidad y calidad a los vinos que llevan a las mesas uruguayas.
Al momento de nuestra visita, la bodega produce unos 200.000 litros anuales de vino, de los cuales una proporción cada vez más creciente se concentra en los llamados "vinos finos". Y con ventas al exterior, especialmente a Brasil, donde dice Bruno, sus productos son muy bien recibidos y consumidos.
Hablamos de la historia de la bodega, sus metas, su pasado y su futuro. Hablando de futuro, tuvimos la primicia de probar un vino naranja que Bruno tiene en proceso de experimentación. Otra sorpresa para mí, dado que la casi totalidad de los vinos de ese tipo que había probado no me habían resultado del todo satisfactorios. Este está producido en base a la cepa Sauvignon Blanc y estaba reposando con sus hollejos desde hacia unos meses. Directamente del tanque probamos el vino y me sorprendió gratamente su rico y gratificamente volúmen en boca. Expresivo y como "grasoso" en el buen sentido de la palabra. Aromas más bien a fruta cocida en nariz, algo así como una compota de pera, con recuerdos como herbáceos muy delicados. Excelente prospecto de vino experimental que supongo que dará que hablar en un futuro.

Pasamos a la degustación y probamos cuatro vinos en medio de charla, picada y focaccia, que hizo las delicias de los visitantes.

En su línea de vinos finos, la bodega tiene tres etiquetas.
Una muy linda, con imágenes de dioses antiguos muy llamativa llamada Línea Histórica. La segunda, más neutra de etiquetas blancas llamada Pequeñas Colecciones y el más alto, el Tannat Permium, que me quedó en el tintero para la próxima visita.

Arrancamos con un tinto de la Línea Histórica. Corte de Merlot y Tannat, sin especificar las proporciones (que tampoco hace falta). Sentí un vino fresco, tomable, que expresa una fruta jóven y vivaz acompañada por una acidez natural y suave. Quizás un poco secante en boca, pero muy rico y muy bebible.


A raíz de ésta última descripción, uno de mis acompañantes preguntó sobre el antónimo de tomable. Mi primer respuesta fue "pesado", quizás el que lee pueda agregar su perspectiva. Queda abierto el debate al respecto.

Continuamos con el Familia Bresesti Pequeñas Colecciones Cabernet Franc 2017. Este lo sentí un poco mentolado al principio, con recuerdos de fruta roja, algo así como una frutilla y recuerdos ahumados. En boca una muy buena acidez natural, algo astringente y con una persistencia agradable, fresca y rica. Interesantísima expresión de la más antigua de las Cabernet a la manera oriental.


El siguiente es de una cepa no tradicional. Se trata del Familia Bresesti Pequeñas Colecciones Arinarnoa 2017. Arinarnoa es una cepa híbrida, nacida en Francia  y que es fruto de la cruza de las conocidas Tannat y Cabernet Sauvignon. Es introducida en la República Oriental por las posibilidades de adaptación al suelo y al clima de la zona.
El vino en particular, es (otra vez) muy fresco y delicado. Buena boca de acidez secante y fresca. Una buena estructura, algo "salvaje" si se me permite la descripción. En nariz expresa frutas rojas en mermeladas y toques lácticos, producto de su proceso de producción. Buen vino, que hizo las delicias de mis acompañantes y que creo que hay que probar sin dudas.


Finalmente volvimos al principio de toda la historia y volví a degustar el Familia Bresesti Pequeñas Colecciones Tannat 2017. Lo mismo. Un vinazo fresco y amable. Aterciopelado. Con una buena estructura y una mejor acidez natural. Con recuerdos de frutas negras, quizás un membrillo y toques ahumados. Excelente y delicado. Para mi gusto, superrecomendable expresión de la cepa capicúa en su versión Montevideana.
Para el paladar argentino, quizás acostumbrado a los Tannat pesados y corpulentos de los Valles Calchaquíes, ésta versión sea un poco menos musculosa, pero les aseguro que igualmente disfrutable.


De yapa, me traje en la guantera un Familia Bresesti Línea Histórica Sauvingnon Blanc 2019. Extraordinario. Un vino jóven y punzante. De los Sauvignon Blancs mas bien herbáceos, con recuerdos a ruda, pero con toques de pomelo rosado también presentes. Una acidez cítrica en boca que va en punta, como debe ser. Una buena persistencia. Aguerrido pero amable. Acidez punzante y fruta fresca. Así como disfruto que sean los Sauvignon Blancs.
Y esa acidez fresca y cítrica que da gusto disfrutar sonriendo.


Les dejo éstos pareceres de una bodega Montevideana. Ojalá puedan visitarla si andan por las tierras de Artigas y el Loco Abreu. Les dejo el link a la página web. Bruno Bresesti responde en tiempo y forma y es muy fácil llegar a ella.
https://www.bodegabresesti.com/

Sin más, los saludo muy atentamente. Nos seguiremos viendo por las catas y las bodegas.


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