Bodega Simonassi Lyon. Diario de Viaje San Rafael.

Jorge Simonassi Lyon fundó la bodega nombrada con su apellido en 1983 junto a su esposa Silvia Romano.
Fue un personaje visible e importante de la vitivinicultura sanrafaelina hasta su muerte hace unos años. Incluso es uno de los firmantes de la fallida DOC del Oasis Sur junto a los gigantes de la zona como Bianchi o Goyenechea y todos los bodegueros que visitamos lo recuerdan con cariño y respeto al comentarles que su bodega estaba en nuestro itinerario vitivinícola.


Silvia Romano continuó con la producción de la bodega y sumó a sus hijas, Renata y Florencia Simonassi Lyon en la gestión administrativa y de manejo del viñedo y bodega respectivamente. Ellas, junto al equipo de trabajo que venía trabajando anterioriormente, vienen poniéndole el hombro a la reconstrucción necesaria que tuvo que producirse en Bodega Simonassi Lyon, hacia un futuro que tendrá su propia impronta, pero que mantenga la personalidad del fundador viva.
En ese devenir encontramos a las mujeres que llevan adelante el proyecto, la nochecita fresca del primer día de nuestra gira mágica y misteriosa por los caminos del vino de San Rafael.
La Bodega se encuentra sobre la ruta 143, en el distrito de Rama Caida. Al Sur y al Este de la ciudad de San Rafael, en sus afueras cercanas y en medio de una zona de producción de frutales y vides que se mezclan con cabañas para el turismo. Es de muy fácil acceso y está a la vista del transeúnte.
Está rodeada de una finca de unas tres hectáreas de vides añosas. Tienen otras dos fincas en la zona de las que toman las uvas para producir. La bodega tiene capacidad para hacer unos 250.000 litros anuales de vino y de esa cantidad, solo etiquetan con el nombre de la bodega unos 15.000 litros anuales, cantidad que irá expandiéndose de a poco de acuerdo al crecimiento de la bodega en su nueva etapa. Lo nuevo y lo viejo conviven en sus líneas Finca Simonassi y Pokhara.





Florencia cuenta que están en pleno plan de reconversión de los viñedos. Replantando y reformulando la producción en las fincas. Ella es la apasionada de la tierra. Se la escucha hablar y es evidente que tiene un plan en su mente, una especie de recorrido temporal que quiere llevar a cabo y está segura de lo que dice. Renata habla de los planes para desarrollar el turismo en la bodega y las formas nuevas y novedosas de comercializar su producto. Tambien está convencida de lo que están haciendo. Si Florencia es la mental, Renata es la fuerza vital de esta nueva sociedad de hermanas. Ambas dan nuevos aires a la tradición que habita en el relato de Silvia, de lo que la bodega fue y lo que quieren que siga siendo.
Nos recibieron muy bien. Fuimos una especie de"conejillos de indias" de visitas guiadas con menú degustación que están tramando.
Recomendamos fervientemente que lo hagan. Exquisito menú que seguramente el turista disfrutará con gusto.
Apostilla aparte es que estuvimos ese día en la bodega gracias a que una semana antes, el amigo Fede Scheneidewind nos invitó a la presentación de la bodega en Rosario. Un mediodía en Abarrote, pudimos hablar con Renata y Florencia y pudimos hacer el contacto para la visita posterior. Gracias a Fede entonces también por la invitación y la posibilidad de conocer éste particular proyecto.
Pero como éste es un blog de vinos, vamos a comentar los que probamos durante la cena y la charla que fue interesantísima y llena de anécdotas y risas.


Arrancamos con un vino que me había encantado el día de la presentación en Rosario y confirmé tomándolo en bodega. Se trata del riquísimo Pokhara Chenin 2017. Lleno de aromas frutales como a durazno y toques florales. En boca un rico entrar dulzón y fresco. Una muy buena persistencia. Riquísimo vuelvo a repetir. Es la idea que me queda de ésta etiqueta.

Probamos después el Moradito. Vino hecho en base a uvas criollas. Como todos los vinos de esa clase, es un poquito herbáceo y con una fruta roja bien fresca. Ligero, tomable, dulzón. Una buena expresión del criollaje y gustosa, al estilo sanrafaelino.

A continuación probamos las novedades de la línea Pokhara para éste 2018 que todavía están en pileta y próximos a embotellarse.

Arrancamos con el Cabernet Sauvignon. Fruta negra bien fresca en nariz. Toquecitos apenas de pimiento verde. En boca una buena acidez fresca y viva. Bien frutal y un tanino redondo y fresco.  Con el paso del tiempo se va abriendo en tonos más mentolados (me hace acordar a las pastillas DRF azules). Es rico y está muy bien.


Después probamos el Bonarda. Fruta, fruta y más fruta viene en aromas. Tiene un recuerdo como a café. En boca pasa muy rico, sin una gran estructura pero con una personalidad frutal avasallante. Muy rico vino que se disfruta de tomar y compartir. Sin grandes complejidades, pero con una personalidad fresca que da ganas de tomarse toda la botella entre charlas y anécdotas.

Después probamos el Malbec de la línea Finca Simonassi 2017. Se nota mucho más el paso por madera, con ciertos recuerdos lácticas. Este tiene aromas de ciruelas y frutillas. Se expresa menos en nariz que sus hermanos. En boca es bien fácil y rico de tomar. Un vino simple y directo en su carácter frutado.

Afuera ya brillaban las estrellas en el cielo sanrafaelino cuando emprendimos el regreso. La cuarta bodega del primer día de viaje nos había dejado una sensación de calidez y gran don de gentes de nuestras anfitrionas. Y de un perfil muy rico de sus vinos.


CONTINUARA...

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