Esta fresca la primavera rosarina. Hay vientos frios y no da para jubilar los abrigos todavía.
Atrasado una semana a la fecha original llega a la Chicago Argentina una de las nuevas revelaciones del mundo del vino. Llevando orgulloso la camiseta de Paraje Altamira y trayendo sus propios vinos para que los conozcamos, nos recibe tocando algunos standards de jazz en su trompeta, don Juan Facundo Suarez, cara visible de los vinos Finca Suarez. Buen plan para el viernes 13 de octubre de 2017 y a pasitos del aeropuerto en el monono Fisherton Open Chic Mall, en el local de Lo de Granado.
Larga vida al Malbec profetiza con enormes letras rojas la vidriera del local. Hoy vamos a ser testigos de una nueva reencarnación de nuestra cepa emblema, ésta vez al pie de la montaña en lo más al Sur del Valle de Uco, en la provincia de Mendoza. Ahi en el Paraje Altamira se está gestando de a poco otra cara más del Malbec. Mas austera, mas directa, más "natural". Vinos de clima frío o de altura, o de ambas cosas juntas. Veremos que se trae entre manos éste jóven productor y sus vinos con firma de familia.
Finca Suarez es básicamente productora de uva. Un 90 % de la producción de la familia está embotellada en otras renombradísimas etiquetas por renombradísimos enólogos. El restante 10 % queda para que Juanfa y su familia desarrollen su proyecto propio en bodega Chacana, con el aporte de su enólogo.
Habla de la zona, bien al pie de la montaña. De lo rico del suelo calcáreo y su clima especial. De la altura y sus consecuencias en el resultado final del vino. De lo poco que le interesa manipular en bodega, que más le interesa el trabajo en la finca, identificando cada tipo de suelo, cada pequeño sector, cada planta dentro de la misma línea para tener un control absoluto del resultado final.
Como el famoso Dr. No de la saga de James Bond, él plantea su trabajo a partir de la negación. El No define mucho de lo que sí hace. Juanfa Suarez no usa levaduras industriales, no se excede con la madera, no agrega nada, ni corrige acidez. Dice que todo se puede lograr con el manejo del viñedo y los tiempos de cosecha.
Y pronuncia la palabra "austero" como mantra para explicar los horizontes que persiguen. Austero sería directo pero complejo. Sin demasiadas estridencias aromáticas, pero expresando el propio terroir. Acidez natural fresca y bebibilidad. Austero sería ese vino que se toma con ganas, disfrutándolo, que no necesita grandes coloquios de sabedores para entenderlo, pero que tampoco es un vino de mesa común. O por lo menos es lo que entedí yo de lo que explicó al respecto.
El Paraje Altamira pasa por un momento de moda. Las miradas de los vinófilos se encuentran posadas en sus productos. Chacayes, San Pablo, Gualtallary comparten ese estrellato del momento. Habrá que ver que nos deparan los caminos del tiempo y por donde se bifurcan los labertintos, mientras tanto vayamos probando y degustando, que en lo que tiene que ver con el vino, es la mejor parte.
Arrancamos la degustación con un espumante. Es a base de Pinot Noir y realizado mediante el método champenoise, habiendo estado unos 18 meses sobre sus borras dentro de la botella antes de ver la luz. Juanfa dice que no tiene agregado alguno con el licor de expedición. Que es puro lo que la uva ha dado y le creemos.
El vino en cuestión es de un color rosadito, como a cáscara de cebolla. Tiene muy poco aroma a levaduras, casi nada. Sobre todo huele a frutas blancas, como pera, pero muy poco y un toque herbáceo. En boca entra con acidez profunda y cítrica. Recuerda a limón o pomelo y pasa tranquilo.
El segundo vino fue mi preferido. El Chardonnay de 2016. Tiene un color amarillo bien pálido. Tampoco tiene gran expresividad en aromas. Mas bien huele hierbas y un poquitín a cítiricos y ananá. En boca es también muy fresco, gran acidez y lo que Juanfa llama salinidad. Dice que eso es la expresión de su lugar, la mezcla de la altura con los suelos calcáreos. Es un muy buen vino blanco. Muy tomable, poco expresivo pero rico. Con recuerdos de lima en boca y una agradable acidez. Voy entendiendo eso que dice de lo austero...
Pasando a los tintos, vamos a degustar dos Malbec.
Arrancamos por el Finca Suarez Malbec 2015.
Es un vino bastante oscuro y violáceo. En nariz no tiene mucha expresión. Es bastante herbáceo y tiene tonalidades como a tomillo. Es freco. Poco rastro de fruta en nariz. Toques como a chocolate y no mucho más. En boca sorprende con una acidez bastante en punta, con una frescura como salvaje, pero con una untuosidad láctica que le da bastante volúmen. Me deja recuerdo como a leche condensada y un amargo final apenas intenso. Está bueno. Tiene su personalidad, quienes busquen un típico malbec frutado, untuoso y medio dulzón no van a encontrar esas características. Al rato de servido se abre un poco más y aparecen las notas florales.
Finalmente tomamos el Finca Suarez Gran Malbec 2014.
Es también oscuro y violáceo. Vuelvo a sentir ese aroma herbáceo que extrañamente olí en los dos vinos anteriores (el chardonnay y el malbec). Aparecen las notas florales y a la madera. En boca es áspero, bastante tánico y con la acidez presente marca de la casa. Es bastante largo y deja un recuerdo amargo en el paladar al degustarse. Con el Sommelier del Pueblo que pone un poco de orden a mi desorden mental, coincidimos que le falta un tiempo de descanso en la botella. Un par de años van a terminar de redondear éste vino que por ahora es un tanto salvaje.
Nos quedamos charlando un rato. Juanfa Suarez es muy amable y contesta todo lo que se le pregunte. La pasamos bárbaro nuevamente en otra cata. Eso es lo importante.
Así que hasta la próxima y salud.
Atrasado una semana a la fecha original llega a la Chicago Argentina una de las nuevas revelaciones del mundo del vino. Llevando orgulloso la camiseta de Paraje Altamira y trayendo sus propios vinos para que los conozcamos, nos recibe tocando algunos standards de jazz en su trompeta, don Juan Facundo Suarez, cara visible de los vinos Finca Suarez. Buen plan para el viernes 13 de octubre de 2017 y a pasitos del aeropuerto en el monono Fisherton Open Chic Mall, en el local de Lo de Granado.
Larga vida al Malbec profetiza con enormes letras rojas la vidriera del local. Hoy vamos a ser testigos de una nueva reencarnación de nuestra cepa emblema, ésta vez al pie de la montaña en lo más al Sur del Valle de Uco, en la provincia de Mendoza. Ahi en el Paraje Altamira se está gestando de a poco otra cara más del Malbec. Mas austera, mas directa, más "natural". Vinos de clima frío o de altura, o de ambas cosas juntas. Veremos que se trae entre manos éste jóven productor y sus vinos con firma de familia.
Finca Suarez es básicamente productora de uva. Un 90 % de la producción de la familia está embotellada en otras renombradísimas etiquetas por renombradísimos enólogos. El restante 10 % queda para que Juanfa y su familia desarrollen su proyecto propio en bodega Chacana, con el aporte de su enólogo.
Habla de la zona, bien al pie de la montaña. De lo rico del suelo calcáreo y su clima especial. De la altura y sus consecuencias en el resultado final del vino. De lo poco que le interesa manipular en bodega, que más le interesa el trabajo en la finca, identificando cada tipo de suelo, cada pequeño sector, cada planta dentro de la misma línea para tener un control absoluto del resultado final.
Como el famoso Dr. No de la saga de James Bond, él plantea su trabajo a partir de la negación. El No define mucho de lo que sí hace. Juanfa Suarez no usa levaduras industriales, no se excede con la madera, no agrega nada, ni corrige acidez. Dice que todo se puede lograr con el manejo del viñedo y los tiempos de cosecha.
Y pronuncia la palabra "austero" como mantra para explicar los horizontes que persiguen. Austero sería directo pero complejo. Sin demasiadas estridencias aromáticas, pero expresando el propio terroir. Acidez natural fresca y bebibilidad. Austero sería ese vino que se toma con ganas, disfrutándolo, que no necesita grandes coloquios de sabedores para entenderlo, pero que tampoco es un vino de mesa común. O por lo menos es lo que entedí yo de lo que explicó al respecto.
El Paraje Altamira pasa por un momento de moda. Las miradas de los vinófilos se encuentran posadas en sus productos. Chacayes, San Pablo, Gualtallary comparten ese estrellato del momento. Habrá que ver que nos deparan los caminos del tiempo y por donde se bifurcan los labertintos, mientras tanto vayamos probando y degustando, que en lo que tiene que ver con el vino, es la mejor parte.
Arrancamos la degustación con un espumante. Es a base de Pinot Noir y realizado mediante el método champenoise, habiendo estado unos 18 meses sobre sus borras dentro de la botella antes de ver la luz. Juanfa dice que no tiene agregado alguno con el licor de expedición. Que es puro lo que la uva ha dado y le creemos.
El vino en cuestión es de un color rosadito, como a cáscara de cebolla. Tiene muy poco aroma a levaduras, casi nada. Sobre todo huele a frutas blancas, como pera, pero muy poco y un toque herbáceo. En boca entra con acidez profunda y cítrica. Recuerda a limón o pomelo y pasa tranquilo.
El segundo vino fue mi preferido. El Chardonnay de 2016. Tiene un color amarillo bien pálido. Tampoco tiene gran expresividad en aromas. Mas bien huele hierbas y un poquitín a cítiricos y ananá. En boca es también muy fresco, gran acidez y lo que Juanfa llama salinidad. Dice que eso es la expresión de su lugar, la mezcla de la altura con los suelos calcáreos. Es un muy buen vino blanco. Muy tomable, poco expresivo pero rico. Con recuerdos de lima en boca y una agradable acidez. Voy entendiendo eso que dice de lo austero...
Pasando a los tintos, vamos a degustar dos Malbec.
Arrancamos por el Finca Suarez Malbec 2015.
Es un vino bastante oscuro y violáceo. En nariz no tiene mucha expresión. Es bastante herbáceo y tiene tonalidades como a tomillo. Es freco. Poco rastro de fruta en nariz. Toques como a chocolate y no mucho más. En boca sorprende con una acidez bastante en punta, con una frescura como salvaje, pero con una untuosidad láctica que le da bastante volúmen. Me deja recuerdo como a leche condensada y un amargo final apenas intenso. Está bueno. Tiene su personalidad, quienes busquen un típico malbec frutado, untuoso y medio dulzón no van a encontrar esas características. Al rato de servido se abre un poco más y aparecen las notas florales.
Finalmente tomamos el Finca Suarez Gran Malbec 2014.
Es también oscuro y violáceo. Vuelvo a sentir ese aroma herbáceo que extrañamente olí en los dos vinos anteriores (el chardonnay y el malbec). Aparecen las notas florales y a la madera. En boca es áspero, bastante tánico y con la acidez presente marca de la casa. Es bastante largo y deja un recuerdo amargo en el paladar al degustarse. Con el Sommelier del Pueblo que pone un poco de orden a mi desorden mental, coincidimos que le falta un tiempo de descanso en la botella. Un par de años van a terminar de redondear éste vino que por ahora es un tanto salvaje.
Nos quedamos charlando un rato. Juanfa Suarez es muy amable y contesta todo lo que se le pregunte. La pasamos bárbaro nuevamente en otra cata. Eso es lo importante.
Así que hasta la próxima y salud.
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