Juampi Michelini en Canaima presentando Altar Uco con ARS.

Me llega el miércoles bastante tarde un mensaje del Capitán Kaller. "Mañana Juampi Michelini en Canaima con ARS". Treinta segundos después respondo: "VOY!".
El apellido Michelini en los vinos está emparentado definitivamente a una porción del suelo mendocino:  Gualtallary. "Gualta" es su lugar y de alguna manera el lugar es sinónimo del apellido Michelini. Allá arriba, en lo más alto de la precordillera mendocina, casi al pie del Volcán Tupungato, cuecen sus ideas locas éstos enólogos con apellido de cubiertas francesas para el deleite de los conocedores del vino.



Desde hace unos diez años se afincó en la zona la Bodega Zorzal Wines. Allí hace sus cosas el enólogo Juan Pablo Michelini, el que para mi, es el menos experimental de los hermanos. O  quizas el menos radical en sus búsquedas. En general son vinos elegantes, finos, sin demasiadas estridencias. Terroir Series, Eggo, Piantao, Porfiado, Zorzal, Gran Terroir, algunas etiquetas que lo llevaron a la gran consideración del público vinómano.
Es jueves al mediodía y en la bellísima terraza de Canaima, sobre calle Mendoza de la Chicago Argentina una selecta concurrencia se da cita para escuchar y degustar las nuevas invenciones del enólogo. Hay mejor plan?
Agradezco como siempre la invitación a la Asociación Rosarina de Sommeliers por dejarme ser parte de éstos eventos tan gratos.


Un ratito tarde y tras una pequeña espera que genera suspenso, sube las escaleras Juan Pablo Michelini. Barba abundante, sonrisa franca, gorra y la inevitable remera de "Gualtallary", como para que nadie dude de que él se pone la camiseta del lugar.
No damos muchas vueltas para empezar, nos cuenta apenas la historia de la bodega (que casi todos conocen) y arrancamos con un par de vinos de la línea Terroir Unico.


Primero el Sauvignon Blanc de 2015 muy interesante, aromático y "de manual". Peras cocidas junto al famoso "pis de gato", bien cítrico a pomelo amarillo y herbáceo. Mineral y sugerente. Vibrante en su acidez, pero con toques dulzones que lo vuelven rico y tomable. Lo esperaba más ácido y me sorprendió y gustó.
Después tomamos el Pinot Noir de la misma línea. Un poco menos expresivo. Algunas notas minerales y a frutillas dulces. En boca bien punzante en su acidez, directo, franco, algo áspero. Juampi lo define como un típico Pinot de Gualtallary. Habrá que creerle.


Luego pasamos a la línea Eggo, la que según sus palabras, mejor representa a la bodega. Su "carta de presentación" en el mundo.
Arrancamos con un muy rico Eggo Bonaparte 2015 de Bonarda. Riquísimo, escueto en nariz, frutado y mineral, con algún toque de café y no mucho más para destacar, pero muy rico, suave y vibrante en boca. Acidez media a alta, pero agradable. Elegante, Fino. Muy buen vino de Bonarda y de Altura.

Y Después pasamos al Eggo Tinto de Tiza 2014 de Malbec. Olemos y entendemos por qué se llama de ésta manera. El recuerdo del pizarrón y la tiza de la primaria vienen  instantáneamente. Huele a tiza, a mineral. Es un poco especiado también. Juampi dice que huele igual a cómo se da el tomillo en la montaña. Cristian Arias refiere que es muy difícil que los rosarinos tengamos ese registro olfativo. Pero que huele a especias, lo hace. Y en boca es delicado y agresivo a la vez. Es rara la definición, pero es así. Tiene apenas algunas notas lácticas, de la madera. Me recuerda a algo así como la leche condensada. Se toma disfrutándolo pero genera una especie de tensión con una acidez un poco en punta. Comentamos con el Sommelier del Pueblo Tomassoni que son vinos bastante delicados y agradables en boca, con acidez presente, pero para nada agresiva.

El terroir está en el centro del  discurso de Juan Pablo Michelini. Habla maravillas de su lugar, del tipo de suelo, del clima, de la forma de cultivar, de cómo se dan los vinos en su terruño. Vuelve al lugar un elemento esencial de lo que hace. Quiere dejar en claro que quien bebe uno de sus vinos, está llevándose consigo parte de su lugar, o mejor, una expresión del lugar en el que vive y hace.


Por eso me sorprendió al presentar el Altar Uco Edad Media Blanco de 2015 (al que desde ya declaro uno de los mejores vinos que he bebido en el año). Es un vino blanco, hecho a base de Sauvignon Blanc con pequeñas porciones de otras variedades al que se ha dejado reposar en barricas de roble durante un cierto tiempo sin rellenar completamente,  lo que produjo que se forme el llamado "velo" que son bacterias que producen una especie de "tela" blanca sobre el líquido, lo aislan del oxígeno y lo hacen evolucionar de una cierta manera. Lo que se llama crianza oxidativa.  Es una técnica que se utiliza en ciertos vinos de la región de Jura en Francia llamados Vin du Jaune.


Digo lo de la sorpresa, porque es una técnica que aleja al vino del concepto de terroir. Le pregunto y Juampi me responde que es cierto, pero que es en su terruño solamente donde se puede dar éste tipo de velo benéfico para el vino.
Riquísimo. Una explosión de aromas en nariz, desde la canela al caramelo, de la fruta a aromas de la evolución. Pero también son de esos vinos que van abriéndose y ampliando su paleta de aromas. En algún momento apareció el Sauvignon Blanc cítrico y después se puso dulzón nuevamente como a duraznos en compota y al rato aparecieron las almendras y todo muy disfrutable. Y de un color cobrizo muy particular y personal. En boca es una ricura. Un poco "licoroso" pero a la vez manteniendo una acidez fresca y vivaz completamente agradable. Dulzor y acidez en muy buen  equilibrio y con ganas de tomarlo sin parar. Muy buen vino, perosonal y diferente. Hay solo 900 botellas a un precio bastante elevado, así que puede ser una buena opción para guardar y ver que le pasa con el paso del tiempo.


Altar Uco Edad Media también tiene su versión tinta. Y es un blend de Malbec, Cabernet Franc y Merlot de 2014 criado un año en barricas de roble y otro año más en ánforas (un recipiente hecho a medida por los enólogos y similar a las vasijas utilizadas en tiempo añejos para guardar el vino). Es un vino que está muy bien. En las características, éste si, del lugar. Mineral, con aromas a piedra y especias. Con poca fruta, más bien negra, quizás arándanos frescos y un boca poco voluptuosa. Mas bien en punta y que seguramente necesita un tiempo más en botella para seguir desarrollándose.

Son las cinco de la tarde y tengo que salir corriendo a llevar a mi hija a su clase de ballet. La tarde está preciosa y me hubiese quedado un rato más en la terraza de Canaima que está buenísima. De todas maneras salgo disfrutando de escuchar del propio Juan Pablo Michelini las razones y sus pareceres de cómo hace el vino y el recuerdo de un vinazo blanco que se mandó y seguro va a dar mucho qué hablar.
Salud y seguiremos catando y contando.





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