Diario de Viaje. Dia 3. Clos de los Siete.

Es miércoles. Venimos de dos días muy intensos y catas esclarecedoras. El tiempo ha mejorado en la lluviosa Mendoza. Sun King nos acompaña en el viaje a la tierra prometida.
Es miércoles y encaramos hacia el Valle de Uco. Hoy nos metemos en el paraíso de Rolland. Clos de los Siete, allá vamos!


El Valle de Uco es la zona vitivinícola más moderna de Mendoza. Los progresos hechos en riego a partir de perforaciones y el goteo ha dado la posibilidad de un desarrollo extraordinario de la vid allí donde antes había solo desierto. Es aquí donde se encuentran las bodegas de las que todo el mundo habla, la renovación, la calidad, la piedra que tiñe a la uva de ese sabor característico. Cien kilómetros al sur de la capital, entramos a la meca.
Clos de los Siete es un emprendimiento inmobiliario-vitivinícola encarado por el gurú Michel Rolland hace muchos años. El genio de la micro oxigenación conoció éstos parajes en los 90 siendo consultor de algunas bodegas argentinas. Se enamoró del lugar. Le pareció que podía encarar un emprendimiento copado. Juntó a un par de amigotes suyos con billete y les propuso fundar una especie de country del vino al pie de la montaña.



El Clos es en realidad una superficie de varias hectáreas divido por partes entre bodegas. Algunas forman parte del Clos, otras no. Cosas del capitalismo....
En concreto el Clos de los Siete, como una especie de unidad, consta de cuatro bodegas donde se produce un vino en colaboración y comparten algo así como un destino económico común. Son las Bodegas Rolland, Cuvelier losAndes, Monteviejo y Diamandes.
Previo a una brevísima introducción en la entrada del lugar nos dirigimos a la primer bodega.

Día 3. Bodega 7. Cuvelier los Andes.

La arquitectura de la bodega Cuvellier los Andes es colonial. De un color como a durazno y tejas rojas, simula esas casas antiguas de dos plantas y patio central descubierto al estilo de lo que se podía ver en los antiguos capítulos de la serie "el Zorro".
De capitales obviamente franceses, paseamos entre tanques de fermentación y barricas un rato.Todo es bastante pequeño pero cuidado. En la sala de barricas  nos espera lo mejor.


Degustamos:

Empezamos con un Cuvelier Los Andes Rosado de Malbec 2015. De color rosado intenso. A piel de cebolla. Frutillas y flores en nariz. En boca pasa liviano, fresco, una acidez cítrica agradable y bastante largo. nos gustó mucho el rosado-naranjita de Cuvelier.



Seguimos con un apasionante Cuvelier Los Andes Merlot 2012. Muy concentrado, con mucho brillo en la copa. Un membrillo dulce y exquisito en nariz acompañado con unas frutas negras sobremaduras y unas flores secas. En boca equilibro, estructura, membrillos y una especie de cáscara de naranja cocida. Una maravilla de merlot! Creo que está dentro de los tres mejores vinos degustados en el viaje.


Seguimos con el Cuvelier los Andes Grand Vin 2010. Fermentado en barrica. Un vino que aparece pesado en la copa. Mermelada de higo, ciruelas y cerezas en la nariz. En boca llena con acidez fresca pero manteniendo la estructura potente. Flores en el retrogusto y un final un poco "mantecoso" o untuoso, seguramente el recuerdo de la madera.


Aparte y sin entrar en demasiados detalles, tomamos de barrica un malbec 2014 destinado al Gran Malbec de dentro de un par de años. Con muchas violetas, todavía está indómito en vinazo. La madera lo está tranquilizando. Nos vemos en un par de años señor.

Subidos a la combi de la felicidad, tomando la Avenida Michel Rolland, seguimos hacia la próxima bodega dentro del mismo predio.

Día 3. Bodega 8. Diamandes.


Diamandes es otra cosa. La grandilocuencia es lo primero que aparece. Es un revoleo de ingeniería y arquitectura puestos al servicio de la producción de vinos. Todo es pensado y mecanizado, planeado. Todo hecho con cemento frío y un poco oscuro. Un aire un tanto fantasioso surca el panorama. Una mezcla de templo azteca y nave espacial. Algo así como el imaginario de la Guerra de las Galaxias. Antiguo y moderno a la vez con unas vistas de la cordillera increíbles. El edificio está construído en espejo y hacia abajo, con un centro circular espectacular. Dicen que ha ganado premios a su arquitectura. A mi me dió un poco de escalofríos.

Y también tuvimos una degustación.

Arrancamos con el Diamandes de Uco Viognier 2014.
Con un porcentaje importante fermentado en barricas, es meloso, untuoso, manteca en nariz y algo de frutas blancas como anana. En boca llena sin demasiada acidez, sigue la untuosidad, potente blanco que deja un retrogusto a frutas blancas con manteca muy largo.



Seguimos con el Diamandina Malbec 2014.
Jóven y con poca madera. Frutillas maduras, casi como un caramelo y especias en nariz. En boca algo tánico pero agradable, con estructura y pidiendo carnes rojas a los gritos. Si hay que llevarlo a un asado con los amigos, seguro se lleva un aplauso.

Seguimos con la co-producción de todas las bodegas. El Clos de los Siete Blen 2012. En cada una de las cuatro bodegas se hace el mismo corte con predominancia de malbec. En todas se mezcla y luego se vuelva a hacer el blend en Diamandes, donde se embotella. Expresaría cuatro formas de hacer el mismo vino. Este  es especiado, algo de fruta negra madura. En boca me seca un poco la tanicidad, se siente un menbrillo y un final amargo. El gran Sensei Moreno acentúa la buena relación precio-calidad del producto.

Por último nos dan a probar el Diamandes de Uco Malbec 2013.
Super untuoso y pesado en la copa. Concentrados aromas frutales a ciruelas maduras sirven de base al show de la violeta que salta a la nariz sin pedir permiso. En boca es estructurado y algo fresco con el final amargo que ya habíamos sentido en los anteriores tintos. 7,5 puntos "cande" de la sommelier Gambelin.

Y vamos por otra.

Día 3. Bodega 9. Bodega Rolland.


La bodega del ogro de las barricas es austera. Se asemeja más a una fábrica. No tiene sector reservado para turismo, ni sala de degustación ni nada de eso. Aquí solo se hace vino. Guiados por el enólogo a cargo, somos testigos del proceso de embotellado y después nos adentramos en la sala de barricas para la degustación.

Probamos primero de todo un Mariflor Blend 2013 de Malbec y Cabernet Franc. Es chocolatoso, se siente la madera en exceso y tiene una fruta muy madura por ahí. En boca es furibundo, muy potente. Hay que estar preparado.

Seguimos con el Malbec de Valdeflores 2013. De un único terruño. Violetas muy aromáticas con frutas maduras. En boca sigue el estilo del anterior, dando un empujón al entrar y llenándolo todo sin pedir permiso.

Dos vinos del Señor Rolland.


Y por último nos espera la comida en la última de las bodegas.

Día 3. Bodega 10. Monteviejo.


En Monteviejo nos esperan para almorzar y compartir un rato con el crack Marcelo Pelleriti. Un argentino que la rompe haciendo vinos por el mundo.
Todo aquí es satisfacción en una bodega de ensueño y rodeados de montañas increíbles.
Nombre solamente los vinos que degustamos. No dió la concentración para su análisis.

Primero fue un Petit Fleur Torrontés 2014, producido con uvas de Cafayate. Un exponente más de los torronteses degustados en el viaje, todos emperifollados y engominados. Afrancesados.

Seguimos con un Petit Fleur Blend

Despues un Marcelo Pelleriti Reserve Malbec

Después un Marcelo Pelleriti Selection Grand Reserve, blend de terroirs 2012


Después un Lindaflor Blend 2009


Continuamos con un Lindaflor Mabec 2010


Y la terminamos con un Lindaflor Extra Brut Método tradicional de Malbec.

Muy buenos todos los vinos.

Y así volvemos en la combi cansados pero con la satisfacción del deber cumplido. Mañana nos espera otro día agotador.
Esta vez le tomo prestadas las fotos tomadas al gran Claudio Tomasini, muy buen compañero de viaje y fino sommelier.

Continuará



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