Entrerriando con el Capitán. Vinos de Entre Rios 1. Vinos Ara.

Mi poder de convencimiento suele ser bastante acotado. Pero con ganas y remando mucho suelo poder convencer de vez en cuando a algunos cercanos a embarcarse en las ideas extrañas que surcan mi cerebro.
Es así como fui embaucando de a poco al querido Capitán Kaller para que me acompañe en un viaje épico que sucedió los días 10 y 11 de marzo de 2018.
Montados en su auto presidencial recorrimos más de 1000 km por la vecina provincia de Entre Rios en busca de los pocos y muy interesantes proyectos vitivinícolas que van naciendo entre los ríos Paraná y Uruguay, de manera que fuimos descubriendo las historias de pequeños y muy entusiastas productores que eligieron la vitis vinífera como modo de ganarse la vida y brindarnos una versión diferente, personal, única de los vinos que se pueden hacer aquí nomás, solo cruzando el puente.
Arrancamos por la autopista a Santa Fe. Nuestro destino estaba del otro lado del Túnel Subfluvial Hernandarias.


Un poco más al sur de la ciudad de Paraná, pasando Oro Verde, en un paraje llamado Colonia Ensayo, metiéndose entre campos dedicados a la explotación agropecuaria y entre estrechos y serpenteantes caminos rurales, llegamos a la finca donde se producen los Vino Ara.
Nos recibió Noelia, quien junto a Fernando, su esposo, son los impulsores de éste emprendimiento llamado Los Aromitos S.R.L. empresa de la que también forman parte sus hijos.
La finca está en un alto de la ondulada geografía del lugar. En lo más elevado de una loma desde donde se llega a ver el río Paraná, la ciudad de Santa Fe y su hermana Paraná, con una vista espectacular aireada por una fresca brisa que viene del río.
En éste lugar encantador crecen tres hectáreas de vitis viníferas de las cepas Tannat, Merlot, Malbec, Syrah, Marselán y Chardonnay que cuidan de manera casi artesanal la familia y unos pocos empleados.
Caminamos entre los viñedos, arrastrando al Capitán en medio de mi entusiasmo.
Noelia nos fue contando la historia del emprendimiento.
Arrancaron hace ya mucho con unas hectáreas de producción agrícola en la provincia de Misiones que terminó siendo demasiado complicada de sostener para ellos y alrededor de 2011 decidieron invertir en hacer vinos entrerrianos. Eso sucedió cuando plantaron las primeras plantas de Tannat y Malbec en las clásicas liras que tanto se ven en las fincas uruguayas.
Cuenta Noelia que de a poco fueron armando e invirtiendo en su bodega, que por ahora se encuentra en su ciudad de residencia en Crespo, pero que con el correr del tiempo terminará asentándose en la propia finca. Nos señaló el lugar indicado y no podemos dejar de estar de acuerdo con la hermosa vista que habrá de ternerse desde la locación.
Agrega además las dificultades específicas de la explotación de la vid. Sobre todo de la falta de gente con conocimientos en la materia. Su enóloga es mendocina y ejerce su oficio a la distancia, por lo que terminan haciendo ellos mismos el vino. Con el ingeniero agrónomo pasa algo parecido. Incluso es escasa la gente que pueda emplearse en tareas específicas como el raleo o la cosecha.
A pesar de todas éstas trabas, al fín de cada vendimia logran etiquetar unas 15.000 botellas con su marca propia. No deja de generarnos admiración los logros que van obteniendo prácticamente a ciegas. Aplausos para ésta familia que va descubriendo año a año la magia de hacer vinos.
El 2018 fue especialmente seco, lo que generó una baja de un 30 % en el vólúmen de uva cosechada, pero de una excepcional calidad. A la época de nuestra visita, ya estaba toda la cosecha levantada y el vino ya fermentado, descansando en los tanques de acero inoxidable de Crespo.
Finalmente nos sentamos a degustar los vinos.
Mi proverbial torpeza cruzó el Paraná e intentando sacar una foto rompí una copa. Me vuelvo a disculpar con Noelia, espero que sepa perdonarme.
Vamos a los vinos entonces:


Arrancamos con el Ara Blend 2017. Un corte de Tanant, Malbec y Merlot. Fresco , frutado, con un color llamativamente vivo y delicado. En boca pasa con una acidez natural y poca estructura. Está un poquitín duro todavía, el paso del tiempo le dará  más de delicadeza seguramente.


Tomamos después el rico Ara Merlot 2017. De delicadas frutas rojas en nariz, y un pasar por boca refinado y rico. Un muy buen vino a la manera de Entre Rios, jóven, con personalidad y disfrutable.


El siguiente es el Ara Malbec 2017. Se sienten toques ahumados y de fruta fresca, algo así como una ciruela bastante verde aún, combinada con un toquecito algo mentolado. En boca también fresco y franco. Con un tanino fino y redondo y una estructura de media a baja. Para tomarse bien fresco.



El siguiente fue el Ara Syrah 2017- Le siento una fruta negra en nariz, algo así como un higo fresco. En boca una acidez fresca, frutada y bastante punzante. Se siente el varietal en el paladar blando. Está bueno y rico. Sin demasiada estructura, pero tampoco esa es la idea del vino.


Finalmente tomamos el Ara Tannat 2016. Tiene buen color. Aromas apenas mentolados y algo herbáceos. Buena presencia y acidez importante en boca. Es un vino franco e intenso que tiene un año más que sus hermanos y que se nota en la redondez que va logrando.


La conclusión es que el futuro se abre venturoso para Noelia y su familia. Los vinos Ara son un buen presente que vislumbra un mejor mañana. Esperemos que así suceda y que podamos hablar con más intensidad de los vinos entrerrianos en general y de los Ara en particular.
Muchas gracias a Noelia y Fernando por recibirnos. Nos trajimos una caja de sus vinos para seguir mostrando en Rosario y ojalá podamos encontrarnos en un futuro para seguir charlando de lo que hacen.





Esta fué la primera parte de nuestro viaje. Seguirá en una segunda entrega que sucederá a orillas del rio Uruguay, en la localidad de Colon.
CONTINUARA.

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