Vinos de Potrero en Refinería

La vida de bloguero del vino no tiene descanso. En un mediodía cualquiera me encuentro con una invitación que no puedo despreciar. En el Restaurant Refinería de Rosario se presentan los Vinos de Potrero con la presencia de Bernardo Bossi Bonilla, el enólogo a cargo del proyecto.
Otra vez extraviado entre muchos de los más conocidos empresarios del vino de Rosario, me atrinchero cerca del Sommelier del Pueblo Gustavo Tomassoni que me ayuda a pasar un poco desapercibido. Andan por ahí los Bologna Brothers tambien y muchos otros de los que proveen del jugo de la vid a una porción muy importante de la población rosarina.


Vinos de Potrero es un jóven emprendimiento familiar encarado por Belen Soler Valle y Nicolás Burdisso hace pocos años. Arrancaron con la compra de cuatro fincas en la renombrada Gualtallary en 2008, a lo que siguieron las primeras vendimias y en 2012 vieron la luz los primeros vinos.
Hoy, acompañados de un exquisito menú en cuatro pasos preparado por los especialistas de la casa, nos metemos en el mundo del potrero y sus implicancias vitivinícolas. Buen plan para viernes al mediodía.
En el proyecto identifican las dificultades que tienen los pequeños futbolistas argentinos al desarrollarse en esos desprolijos y desaliñados terrenos salvajes llamados "potreros", que les dan habilidades mayores para después ser mejores profesionales del balompie, con lo dificultoso que se le hace a vitis vinífera crecer y desarrollarse en medio del clima inhóspito y el suelo practicamente infértil de Gualtallary. Siguiendo con ésta lógica, las uvas provenientes de la zona son más fuertes, concentradas y con mayores potenciales enológicos. Esa es de alguna manera Gualtallary y Vinos de Potrero quiere comunicarlo de esa manera.
Además es bueno ver qué es lo que hace don Bernardo Bossi Bonilla, de origen uruguayo, rosarino por adopción y mendocino a partir de que encontró su pasión por la enología hace varios años. Viene de otros proyectos con otras búsquedas y es interesante saber que aporta su particular visión y uso de la madera en los vinos de Gualtallary.
Tuve la suerte de quedar a dos sillas de donde se había sentado en la larga mesa de profesionales del vino, así que puede molestarlo con un par de preguntas que me sacaron dudas sobre formas de vinificación y otras cuestiones técnicas que siempre es bueno escuchar de los que saben.
Aparte de hacer vinos con una marcada personalidad, es un tipo muy simpático con quien da gusto compartir un rato, una comido y sus vinos.

Y arrancamos nomás con los vinos, que son cuatro y cada uno de ellos acompañará un paso del menú.

Con un queso brie empanado con finas hierbas y acompañado por una salsita dulce riquísima tomamos el Malbec de Potrero  2016.


El preferido del Sommelier del Pueblo es la entrada de gama de la Bodega. Cuenta Bernardo que le resulta complicado hacer un vino "entry" segun sus palabras con uvas de tamaña calidad que dice conseguir en las fincas de Gualtallary. Buscando cosechar antes y haciendo un trabajo tranquilo con maderas alternativas (duelas) cuenta que logró éste vino que respeta bien las características del terruño. Es bastante concentrado en color, bien violáceo y brillante. Con aromas florales y herbáceos bien frescos. Toquecitos minerales y no mucho más. Me sorprendió la acidez bastante punzante y muy fresca que sentí al tomarlo. Tiene buena estructura a pesar de ser tan vertical y recuerda un poco a la madera en boca. Mantiene esa característica un poco salvaje de su lugar de origen al pie de la montaña, pero es amable y tomable.
Comentábamos con Sole al final del encuentro que en su rango de precios hay mucha competencia y bastantes productos parecidos, será pericia de los vendedores que asome la cabeza éste muy correcto Malbec de Gualtallary.

Acompañando unos ravioles de cordero con salsa de tomillo, le entramos al Reserva de Malbec 2016.


Este fue el vino preferido por la mayoría de la concurrencia. Por su muy buena relación con el precio, porque está bien redondo y se entiende perfecto el concepto que se buscó al hacerlo.
Es un Malbec de la misma zona y de la misma añada que el anterior, pero con un mayor trabajo de madera, ya que pasó un añito en barricas de roble.
Es también muy brillante y de muy buen color, características que tiene toda la línea, se ven muy bien en la copa. Recién servido estaba un poco cerrado. A los minutos salieron primero aromas minerales y especiados, muy del lugar. Tomillo sobre todo. Luego al abrirse aparecieron las frutas rojas, mermeladas de ciruelas que acompañaban muy bien a su carácter vegetal y un poco salvaje. En boca conserva la acidez punzante de su hermano menor, pero ahora es acompañado por una untuosidad y estructura que la madera le han aportado. Es redondo y tomable. Los comensales pedían a cada rato que le llenen la copa vacía, es todo un síntoma.

Como tercer plato nos trajeron un ojo de bife a la parrilla con puré con hierbas y lo acompañamos con el Gran Malbec de Potrero 2015.



Bernardo cuenta que aquí se utilizaron barricas de primer uso para su crianza, lo que hizo que se lograra gran concentración, pero que quizás todavía la madera esté presente de más. Concuerdo, es un vino que se presenta muy concentrado, con aromas a humo, cuero, un poco herbáceo y mermeladas muy concentradas de frutos rojos. Ha utilizado un toquecito de Petit Verdot en éste varietal para aportarle cierta complejidad y carácter.
En boca es muy potente. Se siente una sensación láctica, como a chocolate blanco o leche condensada, es jugoso, mucha estructura y una buena acidez que creo que se va a ir redondeando con el paso del tiempo en botella. Es una buena apuesta a futuro, que creo que debería quedarse dentro de su recipiente un par de años más para terminar de desarrollarse.


Terminando un postre riquísimo con tres tipos de chocolates intercalados da el pie a que probemos el ícono de la Bodega, El Debut de Potrero 2014.


En éste caso se trata de un corte o blend de Malbec en un 60 %, acompañado por un 20 % de Cabernet Franc y un 20 % de Syrah.
Fué mi preferido de la tarde. Es un vino complejo, con un perfil menos frutado, al que seguramente le falta botella, pero que está en un momento muy bueno. Aromáticamente anda más por las frutas negras y un carácter como anisado y fresco muy interesante. Aparecen también notas minerales y de especias con el correr de los minutos. En boca es muy fresco. Una acidez agradable y refrescante junto con una importante estructura y una cierta tanicidad que es la que el tiempo debería ir domando dentro de la botella.

Párrafo aparte para las etiquetas muy finas y de buen gusto realizadas por un artista de la zona que terminan de cerrar la estética de los vinos muy bien.
Terminamos charlando con la gente del vino, escuchando anécdotas de Bernardo y disfrutando ésto de conocer nuevos proyectos que con el tiempo van a dar que hablar.
Seguiremos por los caminos del vino con alegría, disfrutando y compartiendo, que de eso se trata el vino a fín de cuentas.
Salud.

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