La segunda bodega visitada en el primer día de viaje por San Rafael nos enseñó el valor de La Espera.
La vitivinicultura es una actividad de lento desarrollo. La particular característica de que la vid da su fruto solo una vez por año, hace que el estudio, el desarrollo, el "ensayo-error" avance a pasos de a 365 días y eso, a escala humana, es mucho.
Alejandro Leirado nos recibió un mediodía caluroso y radiante en la tranquera que abre las puertas al mundo de Funckenhausen y le agradecemos su amabilidad.
Es la única explotación de vitivinicultura del departamento de Villa 25 de Mayo, en un lugar casi paradisíaco y a 850 metros sobre el nivel del mar, con vista a la cordillera, en caída hacia el Río Diamante y al Oeste de San Rafael.
El proyecto nació de la imaginación de Kurt Heinlein, que se dedicaba a otro tipo de explotaciones comerciales, pero tenía el sueño de llevar a cabo un negocio familiar centrado en la vitivinicultura. Recorrió variados y numerosos paisajes mendocinos y al fin de cuentas fue a parar a San Rafael.
Con una importante inversión en estudio de suelos y enología, empezó a plantar las primeras vides allá por 2005 y recién un par de años después empezaron a dar frutos las plantas. De allí el nombre de La Espera que porta una de las líneas de sus vinos.
Hay un pequeño banco de hierro y madera dando la espalda a las montañas en la casa de la finca que personifica la espera que para éste hombre y su familia implicó empezar con éste nuevo proyecto viéndolo crecer desde el pie.
Alejandro Leirado es de la familia del fundador y se incorporó hace un tiempo al desarrollo del proyecto y hoy en día es su cara visible. Es hiperactivo y muy locuaz. Nos llevó a recorrer parte importante de las 30 has. de la finca. Vimos diferentes tipos de suelos que se dan dentro de la misma. Nos llenó de conocimientos sobre los estudios que está haciendo en los mismos y los proyectos para ahondar aún mas en ellos y finalmente nos dio un paseo dentro de dos hectáreas de Cabernet Franc que estaba implantando en medio de una lomada que cae al Río Diamante, en medio de un suelo muy rocoso y con las típicas manchas blancas provocadas por la presencia de carbonato de calcio. Allí todavía se desarrollaban tareas para plantar la conducción de las pequeñas plantitas recíen llegadas y Alejandro nos contaba la impaciencia que tenía por los frutos que esa finca puede llegar a dar dentro de unos años. Otra vez La Espera...
Funckenhausen tiene su finca en San Rafael, pero vinifica en Mendoza. Hace un tiempo cambió la enología y hoy en día es dirigida por Jimena Lopez que le va dando de a poco su particular visión y personalidad a los vinos de Funckenhausen.
Y después comimos mirando a las montañas y probando los muy buenos vinos que paso a detallar:
Arrancamos con la charla y un rico Funckenhausen Rosado de corte Malbec, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc de 2018. En aromas fresco, frutado, y dulzón. En boca muy tomable y refrescante. Pasa muy bien con la charla y viene en botella de 1 litro. (nótese por el paisaje lo mal que la estábamos pasando...)
Después probamos una novedad sin etiquetar que habrá que tener en cuenta para el año que viene. Para una línea Reserva, el Chardonnay 2018. Muy frutado. A frutas tropicales. Maracuyá, pera, banana, ananá. En boca untuoso, con recuerdos un poco lácticos, pero manteniendo una frescura viva y frutada. Bastante largo y delicioso. Uno de mis preferidos de la tarde que esperaré ansioso su salida al mercado.
Después probamos un Pinot Noir también a salir en la misma línea Reserva y que ha pasado 14 meses por madera. Expresa toda fruta. Frutos del bosque, frambuesas. Acariciador y dulzón. Para nada agresivo y con un tanino redondo y delicado. Tendrá que terminar de redondearse en botella. A tener en cuenta también.
El tercero fue uno de los vinos que dejaron su huella en nuestras memorias del viaje. El Fuckenhausen Cabernet Sauvignon 2018. Fresco, jóven vibrante, pero amable y frutado. Delicado y con un buen músculo. Con aromas a Frutas negras y recuerdos de pimiento asado. Con un perfil fresco y casi anisado. En boca es riquísimo, con un muy buen tanino, redondo y rico y una buena persistencia fresca y frutada. Ocupó un rato largo de la charla en el camino de vuelta el recuerdo de éste vino, y eso es mucho.
Finalmente, y como veníamos hablando de suelos, hicimos la experiencia de probar dos Malbecs de la misma añada 2018, provenientes de la misma finca, pero de diferentes parcelas de la misma.
Examen revelador para dilucidar lo que el suelo puede dar.
Arrancamos con el "Malbec 1" de una parcela de la finca con suelo más pedregoso. Es filoso, concentrado secante en boca y con recuerdos minerales. De poca expresión olfativa, pero directo y filoso en boca.
El siguiente fue el "Malbec 2", de suelos más arenosos. De un carácter frutal y delicado, la diferencia es muy notable. Tanino redondo y mucha menos fiereza. Acariciador y quizás con menos estructura y concentración.
Comimos una deliciosa carne preparada por Mirta y charlamos hasta que el caminos nos volvió a llamar.
Muy buena la visita a Funckenhausen y la charla con Alejandro Leirado. Agradecemos profundamente la manera en la que fuimos recibidos y seguramente volveremos a chocar copas en cuanto se pueda.
Trajimos un mensaje para el amigo Jose Luis, pero será dado en persona oportunamente.
CONTINUARÁ...
La vitivinicultura es una actividad de lento desarrollo. La particular característica de que la vid da su fruto solo una vez por año, hace que el estudio, el desarrollo, el "ensayo-error" avance a pasos de a 365 días y eso, a escala humana, es mucho.
Alejandro Leirado nos recibió un mediodía caluroso y radiante en la tranquera que abre las puertas al mundo de Funckenhausen y le agradecemos su amabilidad.
Es la única explotación de vitivinicultura del departamento de Villa 25 de Mayo, en un lugar casi paradisíaco y a 850 metros sobre el nivel del mar, con vista a la cordillera, en caída hacia el Río Diamante y al Oeste de San Rafael.
El proyecto nació de la imaginación de Kurt Heinlein, que se dedicaba a otro tipo de explotaciones comerciales, pero tenía el sueño de llevar a cabo un negocio familiar centrado en la vitivinicultura. Recorrió variados y numerosos paisajes mendocinos y al fin de cuentas fue a parar a San Rafael.
Con una importante inversión en estudio de suelos y enología, empezó a plantar las primeras vides allá por 2005 y recién un par de años después empezaron a dar frutos las plantas. De allí el nombre de La Espera que porta una de las líneas de sus vinos.
Hay un pequeño banco de hierro y madera dando la espalda a las montañas en la casa de la finca que personifica la espera que para éste hombre y su familia implicó empezar con éste nuevo proyecto viéndolo crecer desde el pie.
Alejandro Leirado es de la familia del fundador y se incorporó hace un tiempo al desarrollo del proyecto y hoy en día es su cara visible. Es hiperactivo y muy locuaz. Nos llevó a recorrer parte importante de las 30 has. de la finca. Vimos diferentes tipos de suelos que se dan dentro de la misma. Nos llenó de conocimientos sobre los estudios que está haciendo en los mismos y los proyectos para ahondar aún mas en ellos y finalmente nos dio un paseo dentro de dos hectáreas de Cabernet Franc que estaba implantando en medio de una lomada que cae al Río Diamante, en medio de un suelo muy rocoso y con las típicas manchas blancas provocadas por la presencia de carbonato de calcio. Allí todavía se desarrollaban tareas para plantar la conducción de las pequeñas plantitas recíen llegadas y Alejandro nos contaba la impaciencia que tenía por los frutos que esa finca puede llegar a dar dentro de unos años. Otra vez La Espera...
Funckenhausen tiene su finca en San Rafael, pero vinifica en Mendoza. Hace un tiempo cambió la enología y hoy en día es dirigida por Jimena Lopez que le va dando de a poco su particular visión y personalidad a los vinos de Funckenhausen.
Y después comimos mirando a las montañas y probando los muy buenos vinos que paso a detallar:
Arrancamos con la charla y un rico Funckenhausen Rosado de corte Malbec, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc de 2018. En aromas fresco, frutado, y dulzón. En boca muy tomable y refrescante. Pasa muy bien con la charla y viene en botella de 1 litro. (nótese por el paisaje lo mal que la estábamos pasando...)
Después probamos una novedad sin etiquetar que habrá que tener en cuenta para el año que viene. Para una línea Reserva, el Chardonnay 2018. Muy frutado. A frutas tropicales. Maracuyá, pera, banana, ananá. En boca untuoso, con recuerdos un poco lácticos, pero manteniendo una frescura viva y frutada. Bastante largo y delicioso. Uno de mis preferidos de la tarde que esperaré ansioso su salida al mercado.
Después probamos un Pinot Noir también a salir en la misma línea Reserva y que ha pasado 14 meses por madera. Expresa toda fruta. Frutos del bosque, frambuesas. Acariciador y dulzón. Para nada agresivo y con un tanino redondo y delicado. Tendrá que terminar de redondearse en botella. A tener en cuenta también.
El tercero fue uno de los vinos que dejaron su huella en nuestras memorias del viaje. El Fuckenhausen Cabernet Sauvignon 2018. Fresco, jóven vibrante, pero amable y frutado. Delicado y con un buen músculo. Con aromas a Frutas negras y recuerdos de pimiento asado. Con un perfil fresco y casi anisado. En boca es riquísimo, con un muy buen tanino, redondo y rico y una buena persistencia fresca y frutada. Ocupó un rato largo de la charla en el camino de vuelta el recuerdo de éste vino, y eso es mucho.
Finalmente, y como veníamos hablando de suelos, hicimos la experiencia de probar dos Malbecs de la misma añada 2018, provenientes de la misma finca, pero de diferentes parcelas de la misma.
Examen revelador para dilucidar lo que el suelo puede dar.
Arrancamos con el "Malbec 1" de una parcela de la finca con suelo más pedregoso. Es filoso, concentrado secante en boca y con recuerdos minerales. De poca expresión olfativa, pero directo y filoso en boca.
El siguiente fue el "Malbec 2", de suelos más arenosos. De un carácter frutal y delicado, la diferencia es muy notable. Tanino redondo y mucha menos fiereza. Acariciador y quizás con menos estructura y concentración.
Comimos una deliciosa carne preparada por Mirta y charlamos hasta que el caminos nos volvió a llamar.
Muy buena la visita a Funckenhausen y la charla con Alejandro Leirado. Agradecemos profundamente la manera en la que fuimos recibidos y seguramente volveremos a chocar copas en cuanto se pueda.
Trajimos un mensaje para el amigo Jose Luis, pero será dado en persona oportunamente.
CONTINUARÁ...
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