Inventando un lugar. Michelini Brothers en lo de Granado

El llamado mundo del vino consiste en un aquellarre casi interminable de botellas, nombres, etiquetas, varietales, zonas y demases etcéteras que confluyen en el menjunje entremezclado de las vitrinas de los negocios especializados. Es un universo practicamente inabarcable en el que el consumidor navega a ciegas, guiándose casi siempre solo por el precio y la pequeña experiencia adquirida.
No se le explica al que bebe qué es lo que se quiso hacer al embotellar eso que se le vende. Casi siempre se le vende y ya. En un negocio como el de las bebidas colas u otro similar, tendría sentido porque no hay más de diez opciones, pero en el vino la palabra, la explicación empieza a ser necesaria. Al que le interesa se le hace imperioso conocer y al que vende se le vuelve una necesidad comunicar.
Qué es el vino? Qué se quiso expresar al hacer el vino? Por qué ese color y no otro? Qué esperar de una botella? Por qué de un lugar y no otro? Las respuestas a esas preguntas son importantes  para terminar de cerrar la experiencia de beber. Porque así como hay una masa interminable de etiquetas, lo importante es saber en qué momento cada una de esas etiquetas se puede expresar mejor.
Gracias a dios es viernes!
Nuevamente en lo de Granado Fisherton, en el corazón del ascenso social de la clase media, prontos para aplaudir a cuatro manos, hoy nos damos cita para escuchar y disfrutar a dos estrellas de la nueva vitivinicultura argentina. Presenta nuevamente Antonella Fontana con su sonrisa inquebrantable. Ladys and Gentlemen! Con ustedes, los reyes de la Acidez, los Lamas de las Levaduras Indígenas, los Fabulosos Michelini Brothers!

Gerardo y Matias Michelini son hermanos. Dos de cuatro hermanos enólogos. Todos mendocinos. Todos un poco locos. Su apellido resuena como mantra cuando se produce una charla de vinos. Su fantasma recorre las mesas argentinas. Zorzal, Montesco, JiJiJi, Agua de Roca son nombres que empiezan a ser una constante al nombrar vinos diferentes, extraños al paladar. Polémicos. Distintos.
Andan los hermanos y un retoño detrás de un sueño. Inventar una zona vitivinícola: Gualtallary. Un pequeño reducto en el Valle de Uco. Lleno de piedras y al pie de la montaña. Allá en lo alto, cargados de un áurea mística, andan fermentando sus extrañezas en huevos de cemento y dándoles a conocer al mundo una visión innovadora y refrescante (como la acidez) a eso del vino embotellado.
Son amables, hablan con parsimonia zen. Se los ve felices y tranquilos. Les gusta el vino, se han criado entre vides y lo hacen desde pequeños. Es extraño porque su discurso innovador se basa en rescatar la tradición. Bajar un par de cambios, mirar hacia atrás para proyectar lo que viene y convencen desde su propio convencimiento. Retomando lo de los primeros párrafos, al final de todo, con Marcela Martinez (alias Penelope Glamour) y Adrian Lombardo nos dijimos un par de veces que luego de la charla los vinos nos gustaron más. Porque quizás después de escucharlos entendimos. Y entender lo que se toma es también una de las maravillas de adentrarse en el mundo del vino.

Hay un montón de botellas para degustar.
Un montón. Mi atención quizás se fue y vino durante el evento. Quizás más que describirlos a todos, me gustaría hacerlo con los que me gustaron. 
Los hermanos hacen proyectos y experiencias y a cada una de ellas las embotellan, las etiquetan y las largan al mundo para ver qué pasa. Son muchas etiquetas y pocas botellas de cada una.
Ahi vamos!

Toma la palabra el mayor para presentar un vino de su hijo. Manu Michelini tiene 19 años y nació y creció viendo a su padre y tíos haciendo vino. Viene diciendo que quiere hacer un vino hace mucho tiempo y finalmente el padre le soltó la cuerda para que vuele. Eligió una parcela de Cabernet Franc en Tunuyán y se lanzó a hacer un rosado pensado como rosado. Plop (Arbolitos rosados y forma de pesar nubes). Un jóven que hace un vino para jóvenes. Ligero, fresco. esa es la idea. Lo primero que llama la atención es su color pálido. Más a salmón que rojo. De muy baja intensidad. Algo de aromas frescos como a flores y alguna frutita. En boca pasa rápido y fresco, con una acidez muy presente. Tranquilo y fino rosado. Muy bien. 

Sigue Gerardo y su proyecto Gen del Alma. Sus vinos tienen nombres de canciones señeras del rock nacional. El rock y el vino no suelen arrimarse demasiado. Hay en el amante del vino una lejanía con los melenudos de pantalón de cuero. Poco a poco algunos nos vamos acercando. Pero las culturas son diferentes, habrá que encontrar el hilo conductor y quizás el Michelini mayor lo haga. 
Empezamos con el pogo más grande del mundo. JiJiJi despertaba la mayor explosión de fervor en las misas ricoteras. Hoy se hizo vino co-fermentado con maceración carbónica de malbec y pinot noir de valle de uco. Es violáceo, no muy concentrado. Se sienten muy frescas cerezas y vainillas y en boca anda amable con su omnipresente acidez y un largor importante. Lo tomamos con una sonrisa. Algo asi es JiJiJi.

Seguimos con el grito de guerra escocés de Crua Chan Malbec 2013. Punzante como lanza llegando. Aguerrido y fiero. Aspero y tierno como el pelado Luca Prodan gritando con el puño desafiante comandando su armada de locos disfrazados. Este vino no se anda con muchas sutilezas, el hacedor lo define como un anti-malbec. Sin fruta, sin boca. Todo acidez y presencia. Luca decía que usaba los lentes negros para causar temor. Este vino lleva una espada en su etiqueta. Parece fiero, es desafiante, bajo toda esa fachada espera un vino para dedicarle un rato. Quizás mi favorito de la noche. 

Por último Gerardo presenta el Gene. Su vino de mesa. Un blend más parecido a lo que estamos acostumbrados. En nariz con frutas maduras, chocolates. En boca aterciopelado, ácido como todos, llena y queda. Agradable y tomable. Bien.

Basta de pavadas dice y da el paso a Matias. Mas conocido que su hermano por trabajos anteriores, también es más pensante. Quizás sea el que aporte el sustento ideológico a todo ésto. Cuenta anécdotas y pensamientos. Aclara. Dice. 
Su proyecto Pasionate Wines cuenta con 22 etiquetas. Se ve que le gusta experimentar con la uva...

Empieza con mi segundo favorito de la noche. Agua de Roca. Cuenta don Michelini que estando en el valle de Loira probó en una cava dentro de una gruta medioeval, un Sauvignon Blanc que le recordó al agua de deshielo de los río de su Mendoza natal.  Al volver en lo único que pensaba era en repetir ese sauvignon blanc en Gualtallary. Y asi es como nace el Montesco Agua de Roca Sauvignon Blanc 2014 que estamos tomando. Es casi transparente, con unos reflejos apenas verdosos. En nariz es poco aromático, con el toque mineral y un cítrico apenas perceptible, como a pomelo y nada más. En boca es áspero en su entrada. Una acidez muy marcada, algo mordiente que pasa alocadamente dejando la sensación de que uno acaba de masticar un pomelo amarillo, algo verde aún que levantamos de entre las rocas. Como la sensación fue tan precisa la transcribo. Un vino muy ácido para nuestro paladar. Una rareza que a mi me pareció buenísima y que dará pie para alguna acalorada discusión con el gran capitán Kaller.


Después vino el Montesco Punta Negra Pinot Noir 2014. Muy clarito en color. Algo herbáceo, muy poca fruta, en boca liviano, directo, vertical. Dió lugar a la distinción entre vinos verticales y horizontales que habíamos empezado a ver con don Grassin de Alta Vista y esa distinción hace definir a Matias Michelini por los vinos verticales. Aquellos que entran en boca sin ser demasiado carnosos, o gustosos, golosos y esos otros "osos"  que llenan las catas de vinos de alta gama. El hombre confiesa que busca un estilo de vinos similares a los de Loira. Se expresa por su inquebrantable decisión de usar levaduras indígenas en la fermentación, única manera de expresar el terroir según su decir y culmina todo contando cómo compró el tonel en el que vinifica éste vino a una persona que lo usaba de cucha para un perro. Vieron todo lo que puede expresar un vino?

Seguimos con el vino de mesa de Matías. Así como el Gene, el Parral de Montesco, blend de malbec, cabernet sauvignon y bonarda intenta reproducir un vino hecho a la vieja usanza, de vides conducidas en parrales, muy añosas y sin demasiada intervención. Es un vino que se ve untuoso. En nariz se siente el pimiento del cabernet, con una fruta muy madura, como mermelada de ciruelas y un toque, como a grasa o algo así. En boca es mas "horizontal" que el anterior. Llena más la boca aunque conserva ese toque de acidez que marcan la experiencia todo con un caramelo algo empalagoso. Es recio y elegante. Un muy buen vino. 3ª puesto para mi de la noche. 

Y después aparecio el Eterno Retorno Petit Malbec 2012. Varietal de Malbec con un apenas de Petit Verdot. Dice Matias que el petit verdot lo que hace es hacer menos amable al malbec. Cuenta a éste vino como su vino "perfecto" Un vino que lo hace así y ya no experimentará más con él. Añora un futuro en el que pasados los años se siga produciendo de la misma manera, cosechándose la uva en la misma fecha, fermentándose igual y asi. 

Y acá es donde el dragón de la etiqueta se muerde la cola. Porque los Michelini Brothers son diferentes, extraños, innovadores, pero no son revolucionarios. Ellos no intentan implantar la innovación permanente. Lo que ellos están haciendo es fundando un terroir, inventando una manera de hacer las cosas e implantando una tradición. Hoy buscan lo nuevo porque lo viejo no los contiene, pero una vez que lo encuentren, están dispuestos a fundar una dinastía. Están escribiendo las leyes que sus continuadores seguirán al pie de la letra. 
Y ahí quizás es donde entiendo su fanatismo por la enología francesa. La vitivinicultura más conservadora del mundo, llena de restricciones, denominaciones controladas y falta de innovación. Ellos quieren inventar esas leyes en Argentina, no las quieren romper porque aparte no las hay. La innovación viene por rescatar la tradición de agricultura sustentable, levaduras autóctonas, intervención mínima en la vinificación y utilización de la madera en lo mínimo indispensable. Hay un libro polémico de Alice Feiring que habla al respecto que es muy recomendable y que me parece que comulga con los principios charlados. Ideas románticas que llenan de vida la discusión. Hacen falta personas que se expresen y sientan. Que se planten en sus ideas. Total las ganancias vienen despues.


Última apostilla reafirmando lo anterior. Cuenta Matías que está intentando convencer a los productores de Gualtallary de que embotellen todos en botella borgoña. Último paso hacia la configuración de una identidad regional que busca. No estoy muy seguro de que lo logren, pero que buena que puede estar la película de esa búsqueda. 
Degustamos también el extraño "Demente" cofermentado de cofermentaciones. Mi atención no llegó a captarlo. La proxima prometo estar más atento. 


Terminamos algo agotados. Todos contentos y los vistantes firmando botellas. No me traje la mía por ser quizás un poco tímido demás.
Salud a los Michelini en su búsqueda. Quizás Gualtallary sea eso que ellos desean en el futuro. O quizas no. Lo que es seguro es que ellos dejarán la piel en el camino. Y algunos vinos excelentes que tomar. 

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