Rosell Boher en la Toscana

Es martes. Ando a las corridas con responsabilidades familiares, compras pendientes y tareas varias de la vida doméstica Una tos persistente me persigue como perro de presa y las cuadras caminadas no hacen más que acercarme a ella.
Es martes y en la Toscana hay degustación de la bodega Rossell Boher.
Llego tarde. El oasis de la Toscana luce atiborrado como siempre. Como siempre son los amantes del vino de barrio Echesortu, fanáticos ellos del conocimiento y ávidos de nuevas experiencias, que se congregaron en otra ceremonia etílica. Los Bologna Brothers lo siguen haciendo día a día.
La cuestión es que entro con la charla comenzada y ya hay líquido elemento en las copas. Se ve un blanco. La gente está atenta a las palabras de Alejandro "Pepe" Rosell que maneja la situación perfectamente. Sustanciosa es la palabra exacta para su exposición. Va de la dinámica del negocio del vino a los tipos de corcho De los usos del roble y los tipos de barrica a anécdotas de antiguos jefes. De Nueva Zelanda al Valle de Uco. Una larguísima exposición llena de pequeños detalles todos jugosos y para atesorarlos.
Había un blanco servido. Se trataba del Sauvignon Blanc de la línea Casa Boher de 2014. Un paso por madera de unos tres meses y el resto todo botella. Amarillo pálido con toques verdosos. En naríz saltaba como resorte el pomelo rosado, algo de ruda, y herbáceo. No alcancé a sentir el famoso pis de gato que igual se dió cita en la charla. Todo sobre una base como mantecosa. En boca con acidez cítrica potente y agradable con frutas tropicales y una untuosidad importante. La madera ha hecho lo suyo. Me gusto el Sauvignon Blanc. Bien por el comienzo.



Siguió la degustación con una experiencia algo innovadora. La propuesta era desentrañar qué es lo que la madera le hace al vino. Y para entenderlo se planteó la degustación consecutiva de un varietal sin madera de la línea Finca De Narvaez y el mismo varietal con madera de la línea Casa Boher.
Describir cada vino no es importante en éste caso porque no era la finalidad de la cata. Si decir que quedó bien claro el músculo que el roble le agrega al vino. También las notas vanillosas, mantecosas, chocolatosas o tostadosas que la barrica le suma a la base entregada por la fruta. El resultado en general es mejor. Aplaca la algarabía tánica, redondea la sensación, hace  más amables las frutas.
Explica  Alejandro  que la bodega está interesada en que en su línea de vinos tranquilos con paso por madera, ésta sea un complemento. Un 50 o 60 % del vino pasa por barrica unos meses. La intención es no esconder la fruta detrás de los tostados y etc. Probándolos creo que es más cierto en el Cabernet Sauvignon que en el Malbec por ejemplo, pero en general es así.



La efervescencia de la concurrencia subía y dió lugar a la aparición de la efervescencia del vino. Tomamos un Extra Brut de Casa Boher exquisito. Si la bodega empezó como productora de espumantes, es con ellos que se destaca.


Producido mediante el método Champenoise (explicado detalladamente por "Pepe" Rosell) se presenta con una burbuja pequeña y delicada. Pan tostado y frutas variadas, cítricas y blancas. En boca es extraordinario, persistente y de agradable acidez Algo dulzón y disfrutable a full. Aplauso
Dejo la Toscana con apresuramiento para variar. Me voy con la idea de que la madera es algo así como los aminoácidos que tomaba el musculoso de las películas. Ampliaremos.
Y a seguir en la ruta vino.


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