Los vinos de mi semana (en Uruguay)

Aca sigo en Uruguay. La remolona vida oriental me está haciendo pasar un apasible enero entre charrúas. En slow motion pasan los días en familia por las callecitas anodinas de un Montevideo a media máquina después de haber estado unos días en las tranquilas playas del Este, meta aplauso en cada uno de los atardeceres.
Mientras tanto, y ya repuesto de una pequeña dolencia estomacal, retomo ésta humilde reseña de vinos tomados por propio placer y que quizás no vieran la luz si solo uno se dedicara a contar lo que pasa en catas un poco más serias.


Seguí tomando algunos tannats más o menos accesibles, cosa de ir teniendo un mejor panorama de la cepa en sus lineas de entrada.

Me sorprendió muy gratamente el Varela Zarranz Tannat 2016 por el que pagué la muy módica suma de $u 178 (unos 6,5 dólares) en Tienda Inglesa de Montevideo y disfruté gratamente en una nochecita calurosa. Oscuro, fresco, bastante frutado, como a fruta negra y un toquecito herbáceo, pero nada molesto. En boca una ricura de fresca acidez y tanino redondo y bastante dulzón. Directo, disfrutable, tomable, amable. Esas características que muchos destacan de algunos nuevos vinos argentinos y tiene éste uruguayo, pero a un precio razonable...Como no lo conocía no apareció en las recomendaciones del post anterior, pero lo agrego ahora porque está buenísimo.


De paseo por Punta Colorada, cerca de Piriápolis, visitamos a unos amigos que viven en Paysandú y se encontraban vacacionando en el lugar. Salió un asadete con leña (como se hace en Uruguay) y lo regamos con la recomendación de los locales. Tomamos un Toscanini Reserva Tannat de 2015 que pagué $u 265 (unos 9,5 dólares) en el Supermercado Devoto de Piriapolis. El vino tiene un año más y es del 2015, que es una de las mejores cosechas de los últimos diez años. Es también oscuro, como todos los vinos de la cepa. Es más dulzón en su entrada en boca, tiene recuerdos lácticos y muchos recuerdos de la utilización de maderas alternativas. Es bastante largo pero medio soso y acompañó bien la carnecita. Aromáticamente no expresaba demasiado.



De vuelta a Montevideo nos fuimos una noche de solteros a comer a un barcito en Pocitos. Berro Bar, a unas cuadras de la Rambla. No tenía mucha hambre y se me dió por comer unas verduras asadas. El boniato al plomo (traduzco, batata asada envuelta en papel de aluminio) con una riquísima salsa criolla fue la estrella. Allí se me dió por acompañar con el Familie Lahausen Riesling 2015. Un blanco proveniente de Colonia, de la bodega Los Cerros de San Juan. Estaba a $u 350 (unos 13 dólares) en la carta. Me gustó mucho aromáticamente, bien varietal y expresivo. Aromas a frutas blancas como el ananá y toquecitos florales acompañado de algo así como aromas a "caucho" (le llamo así a falta de mejor descripción, pero es la sensación que me aparece). En boca con una entrada dulzona muy rica y buena estructura, algo untuosa y un final seco y fresco que anduvo bárbaro con mis verduritas asadas y la charlar que se extendió apacible en la vereda bajo las estrellas orientales.


Finalmente y por sorpresa me tomó la buenísima invitación de mi suegro un mediodía cualquiera. "Quiere compartir una copita de Palomino bien seco?" me dijo. Como sabe que no me puedo negar a esas cosas, la pregunta era obviamente retórica.
Entonces nos servimos sendas copas del Tio Pepe Jerez Fino Muy Seco Palomino Fino y nos pusimos a charlar del Marco de Jerez, de sus correrías por Festivales de Cine españoles (es crítico de cine el hombre) y otras yerbas que amenizaron el mediodía tranquilo, casi como todo en éstos días. Tan rico estaba el Jerez, que siguió de largo con la comida y casi que nos lo terminamos en el camino. Aromas a almendras y madera. Y ese tono como a oxidación tan tradicional de los vinos de Jerez. En boca muy fresco y seco. Tomable como aperitivo, pero también con buena estructura para comidas mas bien livianas. Una ricura española que se agradece. No pongo el precio porque vino de arribeños, pero algo se me ocurre...



Y así termina otra pequeña reseña vinífera. Hoy arrancamos a visitar una pequeña bodega de Canelones llamada "Sin Nombre" en la que trabaja la amiga sommelier Candela Gambelín, inmigrante argentina que se afincó en tierras de Artigas. Habrá novedades al respecto en el próximo boletín.
Salud a todos.

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