Almorzando con el Capitán. Edición especial Fin de Año.

Así como la señora Mirta tiene sus veladas especiales nocturnas, los encuentros etílicos con el Capitán tuvieron en la noche de 27 de Diciembre de 2017 una función especial a todo trapo.
Acompañado por Alejandro, un novísimo Sommelier de la vecina localidad de Pujato, llegó el hombre pasadas las 21 a la residencia de éste humilde escriba. Traía dos bolsas con botellas y su amigo otras tantas.
Yo que pensaba hacer algo tranqui, sin tantos descorches, quedé pasmado ante la evidencia de que esas cosas son imposibles a ésta altura del año. Mas tarde se acopló el Sommelier del Pueblo y a último momento la elegante Dana Nuñez, nuestra amiga sommelier.
Ciertos detalles de la charla mantenida hasta cruzar la frontera de las 2 am no pueden ser devalados. Si podemos hacer un repaso de los vinos que se tomaron esa noche, que dan para charlarlos y sacar algunas conclusiones.


Tenía ganas yo de tomar el Rosell Boher Chardonnay Reserva 2016. Había leído muy buenas críticas de éste vino y como ando copado con los blancos, era una de mis pendientes. Así que bien frío lo abrimos para abrir la noche.
En tiempos de vinos blancos austeros (volveremos a éste palabra más adelante), sin demasiada expresividad en nariz, punzantes y directos, éste enorme Chardonnay es una extrañeza y una ricura. "Tiene la verdulería entera!" dijo el Capitán. Es cierto en parte, porque es muy aromático, lleno de aromas a frutas tropicales como mango, ananá, frutas blancas, como duraznos blancos o peras, todo con ese característico aroma a manteca que caracterizaban a los Chardonnay hace un tiempo cuando la madera estaba más presente en la vinificación. En boca sorprende un poco con una acidez inesperada, pero rica, recuerdos lácticos y frutales y una enorme presencia y estructura. Es largo, es muy bueno para acompañar comidas. Está buenísimo y vale la pena gastarse unos mangos en comprarse una de éstas botellas para brindar y disfrutar.
Repito, no es un vino barato, pero vale cada peso invertido en felicidad.


Después seguimos con otro blanco. En éste caso el Sottano Viognier de 2016. Lo trajo Dana para probar. Es un vino con aromas florales y algo frutados, como a anana. Buena nariz expresiva también. En boca es directo y franco. Tiene una buena acidez y llena el paladar con una buena estructura. Quizás tomado después del anterior se quedó un poco corto, pero seguramente es una sensación más que una realidad, porque es otro gran especímen de vino blanco delicado, complejo (volveremos a esa palabra más adelante) y muy tomable.


El tercer blanco de la noche fue el Fumees Blanches Sauvignon Blanc 2016 de Lurton. Vino hecho en Francia con uvas galas. Un Sauvignon Blanc europeo. Tiene aromas a ruda y pomelo amarillo bien fresco. En boca me esperaba una acidez mayor. Al contrario, es como que le falta un poco de "punch" ácido característico de la cepa. Es bastante corto y con recuerdos cítricos en boca. A los demás les pareció interesante. A mi también, pero creo que hay vinos argentinos mucho más expresivos que éste, si de Sauvignon Blanc hablamos.


Y ya que estábamos nos mandamos directamente al techo del mundo vinícola destapando un Colomé Lote Especial Sauvignon Blanc 2016. Muy cítrico y con aromas a espárragos y ruda que todos sentimos especialmente. Pomelos amarillos bien intensos y una acidez y untuosidad en boca destacable. Excelente SB argentino que viene a refrendar lo dicho en el párrafo anterior. Hago referencia a que en relación a la añada 2015 es un poco más frutado, las notas cítricas están más presentes y lo "verde" anda más acompañado que antes.


Pero la reunión giraba alrededor de un solo vino que fué el siguiente.
El amigo Alejandro trajo para degustar en esa nochecita calurosa de Funes un Beaujolais Villages Bouchard, Peres & Files de 2016.
La zona de Beaujolais se encuentra al Sur de la Borgoña y al Norte del Ródano en Francia, en una especie de cuña entre grandes zonas vinícolas. Formando parte geográficamente de la primera, pero compartiendo características de suelo y clima con la segunda.
Sus vinos son conocidos en el mundo por ser hechos en base a la cepa Gamay y normalmente realizados con la técnica de la maceración carbónica que genera vinos afrutados y bebibles. Al parecer es un clásico en los restaurantes parisinos. De todos los vinos hechos en la región el "Noveau" es la estrella. En su honor se hace una fiesta todos los años y la aparición de la nueva añada es un evento de llegada a todo el mundo.
El "Villages" que estamos abriendo hoy es un vino proveniente de la zona norte de Beaujelais, y de dónde al parecer provienen los vinos de mejor calidad. Tambien tiene a la gamay como base y la maceración carbónica como método y ha tenido apenitas un paso por madera. Entonces lo abrimos y sentimos un vino fresco. Con aromas a cerezas bien frescas y un ahumadito apenas perceptible. En boca es directo, frutado, con una acidez fresca y una puntita carbónica al final del paladar.
Faltarían solo los sonidos de acordeón de fondo para transportarnos a un petit café a la vera del Sena.
El vino es muy rico. Tranqui, disfrutable, para una noche de calor como la que estábamos viviendo. Muy buena calidad en esa simpleza que hablábamos antes.


Y así como si nada salió el tema de lo austero. La palabra se está utilizando bastante, sobre todo por productores novedosos del Valle de Uco y como un elogio.
Discutimos su significado. Alguien propuso "aquel vino que va dando de a poco lo que tiene" o esos vinos que tienen aromas por capas según entendí yo. Otro comensal, exagerado como siempre, dijo "amarrete". Por mi parte propuse "vinos simples", es decir vinos que tienen una sola cara para mostrar y nada más. Sin pretender la complejidad de otras botellas, buscando potenciar una única expresión.
¿Quizás podamos entender lo "austero" como lo contrario a "complejo"?
¿O "austero" es lo contrario a "pesado" o "intenso"?
¿Es un elogio que un vino sea "austero"?
En la alta gama se acostumbra elogiar enfáticamente la "complejidad" como característica. Y esa complejidad suele venir acompañada de una estructura y "pesadez" importante. Son vinos complejos esos que tardan en abrirse, que mientras más transcurre el tiempo en la copa va dando más y más notas para disfrutar.
¿Quizás lo "austero" sea parte del desarrollo de la industria hacia lo menos concentrado, hacia la vuelta a lo tradicional, a la menor utilización de la barrica, a las levaduras indígenas, a vinos más directos y simples, siendo lo "simple" no necesariamente identificado con la baja calidad?
¿Está dispuesto el consumidor de alta gama a gastarse $ 500 (por ejemplo) en un "vino austero"?
Todas esas preguntas quedaron sin contestar. Personalmente creo que es una característica que no necesariamente es para elogiar. Si que es buena la palabra para usar en determinados momentos y no mucho más. Seguiremos indagando al respecto.

Y ya que estábamos de viaje por el viejo mundo, ahora nos vamos a Italia. A la Toscana más precisamente y degustamos el Tre Brancaia 2015. Hecho en un 80 % de uvas Sangiovese y un 20% de Merlot y Cabernet Sauvignon. Otro ejemplo de vino "austero" pero con una calidad un poco más tosca. Se sentía aromas a frutos rojos. Frambuesas, pero bien dulces. En boca poca acidez, baja intensidad y cuerpo liviano y recuerdos dulzones como a mermeladas. Está muy bien el italiano, quizás quedó eclipsado por el francés.


Luego nos tomamos el "del burrito". El MJ Mas Janeil 2015 Petit Pas de Francois Lurton. de la Appellation Cotes de Roussillon. Un vino sin demasiadas complejidades, frutado fresco, ágil, algo ácido. Otro ejemplo de maceración carbónica, ésta vez hecho con uvas de las cepas Carignan y Garnacha. Otro "austero" en una noche que no tuvo esa característica a la hora del descorche.


Y para terminar la noche, un vino para nada "austero" El Gala 1 de Luigi Bosca en su versión de 2015. Un blend de Malbec, Tannat y Petit Verdot. Todo concentración y complejidad. Un poco cerrado aún. Aromas a café y tabaco. Frutas bien maduras como mermeladas de ciruela. Algo especiado, como orégano y un pasar untuoso y pesado por boca, con una acidez bastante controlada. Probablemente le falten un par de años dentro de la botella para domar tanto ímpetu. En una noche de simpleza, éste complejo vino también dió para hablar, ya que dicha complejidad muchas veces necesita de mucho más tiempo de descanso dentro del envase, o en la bodega para que termine de "madurar" el vino. La otra cara de la moneda vista en un pantallazo. Si el vino "austero" no muestra demasiadas caras, el vino "complejo" no termina de expresarse sino después de mucho tiempo de estiba.
Cosas del vino y su mundo que apasiona descubrir.
Y así termina un año agitado. Lleno de nuevos descubrimientos y con todo el porvenir por delante, como siempre.
Salud a todos, a ésta altura en que el año nuevo ya ha pasado, pero no quería dejar de compartir otro encuentro de "Almorzando con el Capitán", las catas que traen suerte!



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