Visita a Bodega Jean Rivier. San Rafael.

El verano me encontró con la familia en el Oasis Sur.
Allí en medio de los Rios Atuel y Diamante, donde se cuecen muchas de las habas de la vitivinicultura nacional pude hacerme un rato para visitar un par de bodegas.
Soy un fan declarado de los vinos de San Rafael luego de visitarlo hace un año mas o menos, lo que dio lugar a una serie de notas sobre las experiencias vividas y donde conocimos muchísimo del vino sanrafaelino.
Pero de aquella visita quedaron algunas bodegas en el tintero y Jean Rivier era una de ellas.



Viña y Bodega  Jean Rivier es un caso extraño, porque se encuentra a pasitos del centro de San Rafael, pero la mayor parte de sus viñedos están en San Carlos, el más Septentrional de los departamentos del Valle de Uco, especialmente en un paraje llamado "Casas Viejas" a una altura de 975 metros sobre el nivel del mar y con suelo predominantemente franco arenoso.
La historia es así.
En los años 50 del siglo 20 llegó a nuestro país un inmigrante suizo con ganas de cultivar vides y hacer vinos, que como todos supondrán a ésta altura, se llamaba Jean Rivier. "Don Juan" traía experiencia de viticultor y no dudó en encarar derecho hacia Mendoza buscando su destino.
Finalmente adquirió unas 82 hectáreas en una zona de producción frutihortícula del Departamento de San Carlos llamada "Casas Viejas". Allí implantó los primeros sarmientos y comenzó la explotación vitivinícola (de esa época son las plantas de su Tocai Friuliano que hablaré más adelante). Pero como no solo del vino vive el hombre, Don Juan se casó con doña Myriam Remy con quien hizo base en la ciudad de San Rafael y donde tuvieron 6 hijos...


Para los años setenta pudieron dar un paso más en su historia, pudiendo levantar la bodega propia.
Mas adelante adquirieron algunas hectáreas en la zona de Rama Caída en San Rafael donde se implantaron cepas de vinos finos.
En 1989 Don Juan formó una sociedad con sus hijos Carlos y Marcelo, a quien fue dejando de a poco la dirección de la empresa. Finalmente el fundador de la bodega falleció en 2009.
Hoy en día la bodega es desde 2016 una Organización de Empresa Familiar. Produce unos 500 mil litros de vino anuales. La mayor producción se centra en vinos jóvenes de gran relación entre el precio y la calidad. Ese es un punto en el que los dueños ponen especial énfasis.Como toda bodega tiene sus líneas Reserva y Premium, pero no es en los altos precios donde centran sus prioridades.






Hice el recorrido turístico por la bodega, dónde estaban en pleno embotellado. Tiene buena tecnificación del proceso de producción y una muy bella sala de catas y barricas subterránea dónde se degustan algunas de sus etiquetas.

Pero como éste es un blog de vinos, vayamos a los vinos degustados en esa mañana fresca de San Rafael.


Arrancamos con un vino blanco de excelente RCP. El Legendario Jean Rivier Tocai Friuliano 2018. Con una etiqueta que cambió para éste año. Frutado, muy frutado. Aromático a frutas blancas, como duraznos blancos y demases frutas tropicales. Buena acidez y fluidez. Agradable paso por boca con un buen volumen. Sorprenderá a mas de uno éste vino.


Después probamos el Rose Mania 2019 que se trata de un rosado de Malbec. De un rosado delicado, pero intenso. Aromas mas bien a cerezas frescas y frutos rojos. En boca tiene una entrada dulzona y una rica acidez. Está bien para tomarlo bien fresco.


Pasando a los tintos probamos un Merlot de la linea varietal. Lo encontré un poco austero en nariz, pero con una buena presencia en boca.

De la bodega me llevé una caja de vinos para seguir degustando en el camino.
Estos fueron los ejemplares:


Jomo (Joy of Missing Out) que es un vino pensado para un consumidor jóven y que está hecho en base al blend de las cepas Cabernet Sauvignon y Chenin Blanc. Es muy frutado, tiene algunos recuerdos a cerezas y a duraznos amarillos. Liviano en boca. Es un vino de fácil pasar con una rica acidez. Otra para tomar fresco con amigos en una tarde de verano.



El Tocai Friuliano tiene una versión Reserva de la añada 2017, fermentado en barrica. Con un color mucho más intenso. Aromas lácticos que suman a su fruta natural y una presencia mayor en boca, con una untuosidad sedosa que llena acompañada de una acidez todavía presente y disfrutable. Un muy buen vino blanco.


Finalmente probé un Cabernet Franc de la linea varietal. Correcto exponente de la cepa bordelesa. sin demasiadas complejidades, pero que se presenta bebible y fresco.

Obviamente me faltaron degustar una proporción importante del portfolio de la bodega. Incluso lineas enteras. Siempre recordamos con los amigos el Chenin Tributo, uno de los mejores vinos blancos argentinos, y otros vinos que quedaron en el tintero. Pero me llevo de la bodega la idea de una muy buena RPC y mucha calidad en los vinos blancos sobre todo.

Será hasta la próxima en la seguiremos chocando copas. Salud.






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